Periódico zonal del Barrio de Liniers para la Comuna 9
May 7, 2024 6:26 pm
Cosas de Barrio

Historias y misterios del parque Avellaneda

Un repaso detallado por las vivencias que atesora el pulmón verde de la Comuna 9 (segunda parte)

En la nota de la edición anterior recordábamos que, en el más largo sitio a Buenos Aires, que se extendiera desde diciembre de 1852 a julio de 1853, el Gral. Hilario Lagos confiscó la Chacra de los Remedios y la convirtió en el Cuartel General y Hospital de sangre del ejército federal. También se imprimía allí “El Federal”, un periódico rebelde. Terminado el conflicto, la chacra fue restituida a sus dueños originales, los Olivera.

Después de la Batalla de Caseros, Domingo Olivera aceptó el cargo de Juez de Paz del Partido de San José de Flores, y en 1858 fundó, junto a otros notables de la época, el Partido Conservador. Finalmente, en 1866 fallece en la chacra a la que dedicó gran parte de su vida. Sus hijos continuaron con su legado y ese mismo año, su hijo Eduardo funda la Sociedad Rural Argentina.

Ya en 1870, Carlos Olivera, otro de los hijos de Domingo y uno de los primeros arquitectos recibidos en el país, hace la primera remodelación de La Casona y construye “Villa Ambato”, como vivienda para su familia, a quinientos metros de la casa familiar.

Por el testimonio de obreros que a fines de los años 90’ trabajaron en la reparación de la Casona, se supo que desde el sótano de parten tres túneles, que cuando se hizo aquella última restauración fueron tapiados por peligro de derrumbe. Viejos vecinos de la zona lo corroboran, ya que, de niños, por el estado de abandono del lugar, solían entrar a jugar y sabían de la existencia de esos intrincados pasadizos secretos. Se presume que, dos de ellos, datan de cuando se construyó La Casona. Uno llegaba hasta la avenida Rivadavia, otro a la actual Eva Perón. El tercero, probablemente, data de cuando se construyó Villa Ambato, y comunicaba los hogares de ambos hermanos.

Se dice que fueron construidos para protegerse de la violencia de malones y vándalos que solían asolar la zona. Cabe citar que los suburbios de Buenos Aires llegaban hasta la actual avenida Boedo.

Posterior a su reconstrucción, La Casona fue escenario de elegantes recepciones de la aristocracia porteña, siendo su anfitrión, Nicanor Olivera.

Su hijo, Domingo Olivera y Ramos Mejía, se dedicaba a la crianza de animales en los galpones de la Chacra de los Remedios, para su posterior presentación en exposiciones y ferias.

Según pasan los años

Los hijos de Domingo Olivera proceden, en los albores del siglo XX, al loteo y venta de una parte importante de las tierras pertenecientes a la chacra.  

En la segunda década del siglo pasado, la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, viendo el surgimiento de nuevos barrios, se ve en la necesidad de crear espacios verdes públicos, para recreación de una población en constante aumento y les propuso a los descendientes de Domingo Olivera, la compra de las 36 hectáreas que circundaban la casa familiar. La venta se efectivizó en 1912 y dos años después se inauguró el parque.

La familia Olivera solicitó dos condiciones en el contrato de venta: que se le ponga el nombre de Domingo Olivera, y que se traslade la Escuela para niños débiles, que funcionaba desde 1909 en los antiguos establos, en un plazo no mayor a tres años.

De lo obtenido del traspaso a la Municipalidad, los Olivera donan 400 mil pesos para la pavimentación de la calle Lacarra y la compra de estatuas para embellecimiento del futuro parque.

El diseño del predio es obra del ingeniero agrónomo y paisajista Benito J. Carrasco, discípulo del renombrado arquitecto y paisajista francés Carlos Thais. A los árboles ya existentes, muchos de ellos traídos del extranjero, Benito Carrasco le sumó otros originarios del país, a los que agregó también arbustos autóctonos.

Si bien el parque fue inaugurado en 1914, ya desde 1913 el tambo abastecía con la copa de leche a las escuelas. Por otra parte, las familias que paseaban por el lugar también podían degustar por centavos, leche con vainillas.

En 1914 se inauguró formalmente el predio como Parque Domingo Olivera, convirtiéndose en el segundo pulmón verde de la ciudad, después de los bosques de Palermo. Poco después, sin embargo, recibió el nombre actual “Presidente Nicolás Avellaneda”.

El vivero, que sigue en funcionamiento, data de 1916 y ocupa, aproximadamente, 6 de las 36 hectáreas del parque. En 1917 comenzó a funcionar el Teatro para niños, donde los propios niños eran quienes interpretaban las obras. Ya durante el verano de 1919, comenzó la Colonia de vacaciones para niños débiles, en el edificio donde funciona, desde 1962, la escuela primaria.

Y en 1925 se abrió a la gente el primer natatorio público, con horarios diferentes para hombres, mujeres y los niños que acudían a la Colonia. El inmenso parque de juegos estaba ubicado al costado del natatorio desde 1927 y funcionó hasta la reubicación actual.

La Chacra de los Remedios fue sede de una Escuela avícola en 1930, y en 1936 comenzó a circular el Trencito de la Alegría, cuya recuperación sigue siendo el sueño de la barriada.

Posteriormente, en 1939 se instaló un taller de tejido, con el fin de que las mujeres pudieran trabajar desde su hogar, para lo que se convocó a tres mujeres del norte del país como instructoras.

Funcionó en La Casona, provisoriamente, la escuela técnica Casal Calviño y desde 1949 hasta su cierre en 1976, la Escuela de aprendices Manuel Belgrano.

Este hermoso parque, más de una vez, fue víctima de la hostilidad entre connacionales, la última en 1963 en el conocido enfrentamiento entre Azules y Colorados, cuando el parque Avellaneda fue bombardeado.

A la riqueza de historias y secretos de este rincón de la ciudad, se suma la magia de miles de romances o amores truncados, de los que han sido y son testigo bancos y caminos. Es primavera, y bajo la frondosa arboleda se cuela el canto de los pájaros y el repique de risas y voces lejanas que habitan en el recuerdo. Tal vez sean las de aquellos que forjaron la rica historia del entrañable pulmón verde de la Comuna 9.

Azucena Di Paola

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