Periódico zonal del Barrio de Liniers para la Comuna 9
May 2, 2024 12:33 am
Cosas de Barrio

Al maestro con cariño

Al cumplirse treinta años de la desaparición física del inolvidable Alberto Breccia, el Club Larrazábal llevará a cabo un encuentro homenaje en memoria del creador de Vito Nervio, Mort Cinder y Perramus, por el que cada 10 de noviembre se celebra en Argentina el Día del Dibujante. La cita es este sábado 11 a las 18, en Larrazábal 829, donde se exhibirán obras del artista y de otros destacados plásticos locales, con la presencia de familiares y amigos del célebre dibujante uruguayo, que forjara su carrera en el barrio de Mataderos.


El 10 de noviembre de 1993, a sus 74 años, se apagaba para siempre la vida de Alberto Breccia, el maestro del lápiz y la tinta china que hizo de las historietas el inconfundible sello de su arte. A treinta años de su partida, el Club Larrazábal -Larrazábal 829, esquina Ulrico Schmidl, Liniers- llevará a cabo este sábado 11 de noviembre desde las 18, un encuentro homenaje en memoria del dibujante afincado en el barrio de Mataderos. Allí se exhibirán varias de sus obras, como así también las de otros importantes artistas plásticos locales, como Norberto Ricco, quien fuera el creador del emblema de Mataderos. Por su parte, familiares, amigos y colegas de Breccia evocarán la figura del artista en su labor creativa y docente. Además, habrá música en vivo, stands de artesanías y buffet económico. La entrada es libre y gratuita.

El artista y su barrio

Aunque había nacido en Montevideo, a los tres años Alberto Breccia se mudó junto a su familia al barrio de Mataderos, donde residió gran parte de su vida y donde elaboró los primeros personajes de su obra. Fue allí, además, donde antes de dedicarse al dibujo profesional se desempeñó como obrero de la industria de la carne. “Hacía un trabajo muy desagradable, era rasqueteador de tripas”, solía recordar el maestro.​

En paralelo, ya empezaba a tomarse en serio el trabajo de dibujante. Sin embargo, como él mismo reconoció en algunas oportunidades, no fue un superdotado: fue un tipo con cierta habilidad. “Cuando terminaba la jornada en el matadero iba a mi casa y dibujaba lo que podía. Con esos balbuceos empecé a buscar trabajo”.​

En aquellos años, 1937, 1938, los periódicos importaban material de los sindicatos norteamericanos y europeos, por lo que había que lograr impresionar a algún jefe de redacción para encontrar lugar en ellos. Breccia era perseverante, y mientras tanto, desde 1938 publicaba en una revista de barrio: Acento, que editaban sus hermanos y amigos. Así, con apenas 19 años, inició su carrera como historietista. Al tiempo, consiguió que se interesaran en su trabajo, aunque “pagaban muy poco; pero ese poco me permitió dejar el otro trabajo”, le contó alguna vez a este medio, en el marco de una exposición que realizara en el Ateneo de la parroquia San Vicente de Paul.

Sus primeras historietas fueron una tira cómica muda llamada Mr. Pickles -que no obstante nunca logró vender- y una sobre un detective chino: Mu-fa, de la que vendió diez tiras. Ese sería el puntapié inicial para su notable carrera.

Posteriormente colaboraría con ilustraciones e historietas en la revista Tit-bits para la editorial Láinez. Pero su trabajo comenzó a ser reconocido a partir de Vito Nervio, personaje que dibujó entre 1947 y 1959 (con guión de Leonardo Wadel), cuando debió sustituir al dibujante Augusto Cortinas.

A finales de la década del 50’ conoció al guionista Héctor Oesterheld, con el que realizaría algunas de sus obras más significativas, como Sherlock Time, su primera gran creación, previa a la aparición de “El Eternauta”. La evolución que se aprecia a partir de esta obra estaría motivada, en parte, por la rabia que le provocaron las palabras que una noche le espetara el también dibujante Hugo Pratt: “vos sos una puta barata, porque estás haciendo mierda pudiendo hacer algo mejor”.

Ese cachetazo tan duro como certero lo impulsó a sacar lo mejor de sí. Así le dio forma entonces a la adaptación de los mitos de Cthulhu, de H. P. Lovecraft, que realizó junto a Norberto Buscaglia y publicó por primera vez en 1974, considerada como una de las grandes obras maestras de la historieta, donde sorprende por su estilo expresionista.

Aunque Breccia siempre estuvo atraído por las historias de terror, y muchas de sus obras son adaptaciones de relatos de Edgar Allan Poe, Lovecraft, Ernesto Sábato o Bram Stoker; también desarrolló obras con un intenso contenido social y político en las que se atrevió a denunciar las dictaduras argentinas.

Además de trabajar con Oesterheld, Buscaglia y Wadel, Breccia les aportó sus dibujos a otros dos grandes guionistas argentinos: Carlos Trillo y Juan Sasturain, quienes, en años posteriores, le ofrecieron presupuestos más modernos a nivel narrativo.

Con todos ellos el inmenso historietista vinculado a Mataderos logró forjar una larga carrera repleta de obras maestras. Entre sus títulos imprescindibles están: Mort Cinder, una historieta publicada por entregas en la revista Misterix, que narra la historia de un anticuario londinense al que el destino lleva a conocer a Mort Cinder, el hombre eterno. Aquí ya se pudo ver el minucioso trabajo de claroscuro que caracteriza a Breccia, de fuertes contrastes; El Eternauta, también con Oesterheld, es un remake de un clásico argentino, donde comienzan los experimentos plásticos a la hora de representar lo extraño; Los mitos de Cthulhu, mencionada más arriba; El corazón delator, basada en el relato de Edgar Allan Poe; Un tal Daneri, ambientada en Mataderos, su barrio; Érase otra vez, una compilación de versiones perversamente irónicas de los cuentos de Grimm con un desconcertante uso del color; Drácula, una patética visión del monstruo gráficamente impactante como triste metáfora del fin de la dictadura; Perramus, su serie moderna de mayor recorrido, que convierte en personaje a Borges y reflexiona sobre la recuperación del país tras el regreso de la democracia; e Informe sobre ciegos,  la adaptación de un fragmento de la obra de Ernesto Sábato en Sobre héroes y tumbas.

En reconocimiento a su inconmensurable obra, cada 10 de noviembre, fecha en la que en 1993 falleciera Alberto Breccia, se celebra en Argentina el Día del Dibujante, en homenaje al inolvidable creador ligado afectivamente al barrio de Mataderos.

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