Adiós al soñador de las tres tiras
El recuerdo del entrañable Carlos Ruiz, el propietario de la casa de deportes de Emilio Castro que se transformó en un museo viviente de la marca Adidas. En su mítico local de Mataderos supo atesorar cientos de modelos de zapatillas vintage que eran requeridas por coleccionistas del mundo entero. En esta nota, la historia, los sueños y el legado de un verdadero personaje del barrio, que hace unos días se convirtió en leyenda.
El 15 de agosto pasado, a los 85 años, falleció Carlos Ruiz, el histórico embajador y fanático de Adidas, que desde su local de Emilio Castro y Guaminí supo hacer un templo vintage de la popular marca alemana.
“Ruiz Deportes” abrió sus puertas en 1980 y dos años más tarde se instaló definitivamente en el local de Emilio Castro 7312, donde llegó a atesorar cerca de tres mil pares de zapatillas de colección, de las décadas del 70’, 80’ y 90’, fabricados por la ya desaparecida Gatic Argentina. Hasta allí se acercó gente de los cinco continentes a buscar calzado que sólo existía en su local. Hasta el mismísimo Noel Gallagher, vocalista de Oasis, se corrió hasta Ruiz Deportes para encontrar el modelo que había buscado sin éxito por el mundo entero, y algo similar le ocurrió al líder de la banda inglesa The Stone Roses, Ian Brown, que en el local de Mataderos halló las Adidas que buscaba desde hacía treinta años.
Para algunos, Carlitos Ruiz era un nostálgico empedernido, y para otros, un visionario. Tras las crisis de 2001, en febrero de 2002 se supo que Gatic Argentina ya no tendría la licencia de los productos Adidas en el país. Como efecto dominó, muchos locales deportivos comenzaron a cerrar, pero Carlos Ruiz fue contra corriente: mientras todos vendían, él decidió comprar. Al poco tiempo, sus zapatillas y conjuntos deportivos se convirtieron en un objeto de culto, no sólo en Argentina sino en el mundo entero. Hasta que, en 2014, un grupo de coleccionistas ingleses de zapatillas y directivos de Adidas, viajó a Buenos Aires para corroborar aquello de que en Mataderos había una tienda que atesoraba cientos de modelos vintage. En la visita, los ingleses inspeccionaron las piezas del museo personal de Carlos Ruiz y afrontaron el duro trabajo de convencer al propietario que vendiera esos modelos de calzado únicos.
Ruiz aseguró luego que recibió una buena cantidad de dinero, aunque no dejó trascender la cifra. “Lo que yo cobro es un precio de coleccionistas. Me cuesta desprenderme de algunas cosas, porque ya no tienen reposición”, expresó por entonces.
Pero los británicos no sólo se llevaron reliquias en sus cajas originales, sino que, además, aprovecharon para grabar, en nombre del gigante Adidas, un documental sobre este entrañable personaje de Mataderos (https://www.youtube.com/watch?v=Vc_W7H6O3Hc&t=3s). Y para refrendar su admiración, la firma elaboró en su homenaje un modelo con su nombre: la Adidas SPZL NY “Carlos”, inspirada en unas zapatillas de los ochenta encontradas en su local, pero con los colores argentinos (celeste con tiras blancas) que también incluye dos remeras. La línea completa fue exhibida en una expo de diseño retro, en Manchester, y al local de Mataderos llegaron cincuenta pares de esa edición especial.
Aquel local fue su lugar en el mundo, pero también el inicio de su calvario. En el 95’ fue víctima de un violento asalto en el que recibió dos disparos, uno en la cabeza y otro en el abdomen, que lo tuvieron a maltraer hasta el final de sus días. Desde aquel episodio, sus movimientos eran limitados y el local era su terapia. Oriundo de Santiago del Estero, a Carlos le encantaba ir a ver los partidos de fútbol de sus dos nietos. Esa, y algún café compartido en un bar de Emilio Castro, eran sus únicas salidas, hasta que la pandemia lo obligó a recluirse en su casa del pasaje Finlandia, y las puertas de Ruiz Deportes, que aún se mantiene detenido en los 80’, ya no volvieron a abrirse.
Tal vez Fernando, su único hijo, sea el encargado de mantener vigente el legado para seguir haciendo de ese museo mataderense de las tres tiras, el paraíso de la nostalgia.
Ricardo Daniel Nicolini
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