Agua que has de beber
Basta con recorrer cualquier barrio de la Ciudad de Buenos Aires en las primeras horas de la mañana para observar en vivo y en directo cómo los encargados de edificios derrochan litros y litros de agua potable limpiando las veredas. Estudios al respecto señalan que, por cada diez minutos que una manguera permanece abierta, se consumen cien litros de agua potable. Una realidad que atenta contra un recurso vital -y esencial- que escasea en diversas partes del planeta y que, sin embargo, casi no está regulado en la Ciudad ni aparece entre las propuestas de ningún candidato a jefe de gobierno.
Es habitual que al circular por la ciudad en la mañana temprano, nos encontremos con una situación que solemos naturalizar: el lavado de veredas. Esta actividad, realizada por diversos vecinos y empleados de la urbe es ignorada por muchos, pero es motivo de discusión para otros, quienes, atormentados por encontrar una solución más amigable con el medioambiente, se quejan de la cantidad de agua derrochada que se desliza por las baldosas hasta perderse junto al cordón.
Para entender la dimensión de esta problemática es necesario ponernos en contexto y saber cuántos edificios hay en la ciudad. Según los datos proporcionados por el Relevamiento de Usos del Suelo, diseñado por la Secretaría de Planeamiento de la Ciudad, dependiente del Ministerio de Desarrollo Urbano, la Ciudad de Buenos Aires cuenta con un total de 555.753 usos del suelo, de los cuales 319.477 corresponden a tipos edilicios: 273.008 son edificios, 115.549 son locales, 112.463 son garajes privados, 15.272 son edificios de destino único, 11.356 locales en galería, 7.879 edificios productivos, 6.037 lotes, entre otros.
A partir de esto, se distinguen los principales usos del suelo y, a su vez, se desarrollan los resultados encontrados para las diferentes tipologías edilicias. Por ejemplo, en los edificios de uso residencial, que son 272.251 parcelas ocupadas, un poco más del 50% corresponde a viviendas en propiedad horizontal y alrededor del 40% a casas. Otros representan una parte menor del total de las edificaciones, como los 2.173 edificios de oficinas y los 1.925 de departamentos. Aquellos edificios que contienen usos mixtos sin vivienda suman 4.738 registros, que en general se trata de actividades comerciales y de servicios que se combinan con locales. Muchos de ellos poseen personal autorizado para limpiar los accesos, y en otros es realizado por sus propios dueños.
La cantidad de agua
Según la Ley 3684, que regula la limpieza de veredas en la Ciudad, se establece que el lavado y barrido de las mismas se puede hacer entre las 22 y las 9 y que las personas tienen la obligación de utilizar baldes o mangueras con un dispositivo de corte automático para evitar el desperdicio de agua. Este método, no obstante, ha sido excusa suficiente para que muchos asegurarán que no gastaban más de lo necesario, aunque en realidad no es sólo el sistema lo que importa, sino también el tiempo que demoran en hacerlo. Ahora bien, ¿cuántos litros de agua se utilizan en una determinada cantidad de tiempo?
Cada 6 segundos que se deja correr el agua, se desperdicia un litro de agua potable. Es decir que, si se lava una vereda por un período de diez minutos, se consumirían cien litros de agua potable. Y, según cálculos realizados por AySA en 2012, una manguera de media pulgada puede llegar a gastar 19 litros de agua por minuto, mientras que si se deja una canilla abierta durante media hora, se consumen 570 litros.
De esta manera, si los encargados de los 319.477 edificios de más de tres pisos que existen en la Ciudad lavaran las veredas sin cerrar la manguera durante media hora, gastarían un total de 182.101.890 litros de agua. Una cantidad suficiente para abastecer las necesidades de 3.600.000 personas, que según la ONU requieren 50 litros por día.
Y todo esto teniendo en cuenta únicamente esta forma de desperdiciar agua, ya que también existen otras, como las de los caños viejos, las canillas que gotean y los depósitos de inodoros con el flotante roto, que hacen que se gasten 370 litros de agua por día, una cifra que supera los 200 litros que promedia el consumo internacional.
Comparando
Es normal para muchos habitantes compararse con los residentes de otras partes del mundo, de Uruguay y Europa, por ejemplo, a quienes en muchas ocasiones se los admira por su cultura y tecnología, pero poco se sabe de qué manera viven realmente.
Tomemos en primera instancia a nuestro país vecino, quien en los últimos dos meses ha tenido serios problemas con el agua dulce debido a las sequías, resultado de la variabilidad climática y de la falta de inversión de embalses de agua dulce en los últimos treinta años. Uruguay cuenta con una población total de 3.426.260 personas, quienes podrían abastecerse con el agua que cada media hora destinan los porteños al lavado de veredas.
Si cambiamos de ejemplo y decidimos observar lo que ocurre en países del continente europeo, tales como España, Italia o Francia, nos encontraremos con otro panorama. En ellos se ha llegado a prohibir desde el lavado de autos hasta la venta de piletas, con el objetivo de reducir el posible gasto del agua. Allí, la demanda de este bien natural nunca había sido tan alta como la de este año, tanto para uso doméstico como para la agricultura y la industria. Tras sufrir la peor sequía de los últimos 70 años, Europa se enfrenta a su vez a que sus lagos y ríos se están secando, lo que los obliga a depender de las aguas subterráneas, que en muchos lugares se bombean más rápido de lo que se reponen o de lo que tardan en renovarse. Todo esto no sólo afecta el modo de vida de la población, sino también a la producción de alimentos -como frutas y cereales- de los que se cree que puede haber una escasez.
En conclusión
Es fundamental que las diferentes entidades gubernamentales realicen campañas de concientización sobre el uso de agua, tanto en materia de educación desde la temprana edad hasta con multas en los casos más extremos. Con pequeños cambios en nuestros hábitos de consumo podemos ayudar a cuidar un recurso no renovable -y cada vez más escaso- para lograr reducir las alarmantes cifras que confirman el uso indebido de este elemento vital para lograr ser una sociedad más empática con todos los habitantes. Por de pronto, ninguno de los candidatos a jefe de Gobierno de la Ciudad presentó alguna propuesta al respecto.
Luciana Piñerúa
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