Periódico zonal del Barrio de Liniers para la Comuna 9
May 2, 2024 5:19 pm
Cosas de Barrio

Postales de un Liniers multifacético

Un recorrido por los distintos paisajes y geografías de un barrio centenario afincado en el extremo oeste de la Ciudad

Por Gerardo Muzlera Money (*)

Resulta difícil definir a un barrio como Liniers. ¿Qué característica o aspecto podría constituir una síntesis de su identidad? ¿La singularidad edilicia de lo que se conoce como las “Mil casitas”, viviendas calcadas unas de otras? ¿Acaso el multitudinario hormigueo de gente que desanda cotidianamente su gran centro comercial, extendido a lo largo de la avenida Rivadavia y adyacencias y cuya continuidad se prolonga por la colectora lado provincia de la avenida General Paz? ¿Tal vez la comunidad boliviano-peruana que decidió compartir la vecindad aportando su comercio sus costumbres y su cultura? ¿O nos referimos a Liniers como llave de paso de aquellos llegan a este nudo de transferencia multitransporte hacia o desde el oeste del conurbano?

También podemos aludir a un Liniers de los espectáculos deportivos, artísticos, religiosos, gremiales y políticos, con epicentro en el estadio de Vélez. Y si de fe hablamos, hay un Liniers que a través de los años se ha afirmado como punto de partida de la, quizá, mayor peregrinación del país, en la que suman su voluntad y fervor, promesantes, penitentes, agradecidos y hasta adeptos a las largas caminatas sin buscar la redención. Además, desde hace décadas, cada 7 de agosto Liniers se transforma en el punto de reunión de miles de creyentes, de agradecidos y solicitantes de ayuda al santo patrono del trabajo, San Cayetano de Thiene, que colman el templo de la calle Cuzco consagrado a su figura.

Claro que hay también un Liniers de conexión con provincias y países limítrofes, de gente y encomiendas provenientes o transportadas a 1.600 destinos y que pasan diariamente por la parada de ómnibus ubicada en otro punto estratégico del barrio.

Y hurgando en la memoria, aún recuerdo aquel otro Liniers fabril, con el arribo y la partida de los obreros de la desaparecida fábrica de jabones Guereño. Y también del Liniers ferroviario, con el multitudinario movimiento de los trabajadores de los talleres que, aunque abandonados, aún persisten en procura de un nuevo destino.

Entonces, puede decirse con certeza que Liniers es la gran puerta de entrada y salida del oeste, no sólo como punto de conexión capilar con los diferentes pueblos del conurbano, sino como punto de partida y llegada hacia los confines de La Pampa, sobre los rieles más antiguos del país, a lo que luego sumó una parada de enlace en autobús con las provincias y países limítrofes. Este es el Liniers del tráfico humano y de mercaderías, de la transferencia desde las líneas de micros provenientes del conurbano a la estación del Sarmiento, que los llevara hacia el centro, o hacia las tantas líneas de colectivos que los dispersarán por la ciudad.

Y como consecuencia ineludible del trazado ferroviario, hay un Liniers partido en dos. Con un Liniers Norte –donde comenzó a surgir el barrio- dominado por las imágenes de la estación ferroviaria, del templo de San Cayetano, del estadio del Club Vélez Sarsfield, de los Talleres Ferroviarios y, como anexo, del complejo habitacional “John F. Kennedy”, sobre la avenida límite con Versailles, que es Juan B. Justo. Un Liniers Sud, con el hospital Santojani como referente mayor y un rimero de instituciones culturales y deportivas barriales, como el casi centenario Club Liniers o el Brisas; un Liniers Este, con su centro cultural que abraza a todos, y la especificidad de un Liniers central, que son las “Mil Casitas”, con sus casas iguales de planta baja y primer piso, sistemáticamente peinadas por pasajes. Fue en la ochava de alguno de ellos, donde se fundó y se estableció como sede primigenia del mítico club de rugby Beromama, nombre surgido de siglas y apodos de quienes lo crearon, tras “calotear” una “guinda” devuelta a sus dueños muchos años después.

Sin embargo, la influencia de este barrio ubicado en uno de los bordes de la Capital, se extiende más allá de sus límites, como si estos fuesen sólo una simple demarcación catastral. Este fenómeno puede observarse en la mención al “Cementerio Israelita de Liniers”, que en realidad se encuentra ubicado en la vecina localidad de Ciudadela, en el partido bonaerense de Tres de Febrero. En el mismo sentido se alude al “Mercado de Hacienda de Liniers”, que hasta el año pasado funcionó en el barrio de Mataderos, otrora denominado “Nueva Chicago”, denominación que quedó reducida a una avenida y a al nombre de un acendrado club de fútbol.

Liniers, por fin, es todo lo dicho y más. Sólo basta recorrer y descubrir el particular encanto que tiene y contiene el tramado de esta parte de la ciudad que nació, tal vez, con una modesta casa de ejercicios espirituales, tomando luego un impulso decisivo con la instalación –hace 150 años- de un apeadero ferroviario erigido en la entonces llanura pampeana, al amparo del nombre del héroe de la Reconquista.

(*) Muzlera Mooney es integrante de la Junta de Estudios Históricos de Liniers, periodista, vecino y enamorado del barrio de Liniers.

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