Periódico zonal del Barrio de Liniers para la Comuna 9
December 3, 2024 10:33 pm
Cosas de Barrio

El barrio de Mataderos recuperó su emblema

Una réplica del original volvió a lucirse en la esquina de Juan B. Alberdi y Murguiondo

En el marco de los festejos por el 134° aniversario de Mataderos, el sábado 15 de abril tuvo lugar el acto de reinauguración del emblema barrial que, tras cuatro años y medio de ausencia, volvió a lucirse en todo su esplendor en la tradicional esquina de Juan B. Alberdi y Murguiondo. La restitución del escudo del barrio de Mataderos, obra del artista plástico local Norberto Ricco, tuvo lugar tras una larga lucha de la familia del autor -fallecido en junio de 2018- que incluyó una ley y se coronó con un emotivo encuentro del que participaron representantes de diversas instituciones barriales.

“Ayer el barrio de Mataderos cumplió 134 años y hoy lo festejamos de la mejor manera posible. La esquina de Murguiondo y Alberdi vuelve a lucir este emblema, que representa para los mataderenses mucho más que un escudo, porque simboliza la identidad y el amor de los vecinos por su barrio y sus costumbres. Gracias a la familia de Norberto Ricco, al trabajo de la Junta Comunal y al legislador Juan Modarelli”, expresó la juntista local Lorena Crespo en la apertura del acto desarrollado al pie del emblema.

Crespo junto a Modarelli fueron los encargados de encauzar el reclamo de la familia del artista, para lograr que el emblema de Mataderos recupere su sitial de privilegio en la esquina más popular del barrio. Como se recordará, en marzo pasado la Legislatura porteña aprobó la Ley 6.630, impulsada por el legislador del Frente de Todos, Juan Modarelli, para aceptar la donación del escudo realizado a imagen y semejanza del original por Facundo Ricco, uno de los hijos de Norberto, y lograr su emplazamiento.

“Lo que hoy celebramos es un acto de justicia. Soy vecino de Lugano y paso muy a menudo por esta esquina. La gente de Mataderos se merecía recuperar el emblema y hoy, gracias al trabajo y a la lucha de la familia de Norberto, hemos logrado concretar este sueño”, expresó Modarelli, con la voz entrecortada por la emoción. Junto a él se encontraba su colega mataderense Daniel del Sol (Juntos por el Cambio), que preside la Comisión de Planeamiento Urbano en la Legislatura porteña y prestó su inmediata conformidad para que la ley se aprobara en tiempo récord. A su lado se encolumnaba el presidente de la Junta Comunal 9, Maximiliano Mosquera Fantoni (JxC) y los juntistas Ana María Claps, Hernán Poggi (JxC), Lorena Crespo, Juan José Chaves y Fabio Pirone (FdT). Una imagen singular en la que los referentes barriales de las dos facciones políticas enfrentadas se olvidaron por un momento de la grieta y se integraron en post de un proyecto comunitario. “El barrio nos une”, expresó en este sentido Mosquera Fantoni.

Y entre el centenar de vecinos que colmaba la esquina sudeste de ese tradicional punto de referencia de Mataderos, se encontraban diversos referentes locales, como el presidente del Centro de Comerciantes de Alberdi, Jorge Elger; la titular del Foro de Mataderos, Zulema Cañas; el director del Museo Criollo de los Corrales, Orlando Falco; el vicepresidente de Nueva Chicago, Ricardo Sosa; los ex juntistas Analía Palacios y Hernán Míguez; y representantes de la Coordinadora vecinal del cine teatro El Plata.

El momento esperado llegó con el descubrimiento del flamante emblema, que respetó al detalle el diseño original, a partir de la esmerada labor de Facundo Ricco, con la colaboración de sus hermanos, Sebastián y Patricio, y el aliento permanente de Zulema García, su madre. “Sé que mi esposo hoy nos está acompañando y me lo imagino con una enorme sonrisa de felicidad”, expresó la viuda de Norberto Ricco.

Tras el cerrado y emocionado aplauso de la concurrencia, el Padre Domingo Bresci se encargó de bendecir el nuevo emblema, tal como lo había hecho treinta años antes, cuando el 14 de abril de 1993 fuera emplazado allí mismo el escudo original.

La historia detrás del emblema

En 1992 la entonces Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires convocó a un concurso para dotar de emblemas a los diferentes barrios porteños. “A ese concurso se presentó mi padre junto a otros artistas locales que también presentaron sus proyectos. Finalmente, su obra resultó la más votada y un año después fue emplazada en el centro neurálgico del barrio de Mataderos”, cuenta Sebastián Ricco, el hijo mayor de Norberto.

“En 1989, año del centenario de Mataderos -recuerda- mi papá diseñó un emblema que nunca dio a conocer, pero para él, ese escudo y sus cuatro celdas simbolizaban lo que es Mataderos. Años después, cuando la Municipalidad lanzó el concurso y mi Viejo reflotó ese diseño haciéndole algunas modificaciones para darle vida al definitivo escudo de Mataderos”.

El historiador local, Ofelio Vecchio, recuerda en su libro “Recorriendo Mataderos”, que el estilo del emblema utilizado por Ricco es un “suater”, al disponer de cuatro carteles paralelos. En el módulo superior izquierdo se observa el edificio central del Mercado Nacional de Hacienda, en el superior derecho está la síntesis de la industria que caracterizó al barrio, en el inferior izquierdo se representa la vida artística y cultural, mientras que en el inferior derecho se ubica el perfil del resero sobre el caballo pasuco.

El emblema se inauguró el 14 de abril de 1993, cuando en el marco de una pomposa ceremonia se lo descubrió en la esquina sudeste de Juan B. Alberdi y Murguiondo. Desde entonces se convirtió en un faro de pertenencia, un símbolo de la esencia barrial. Sin embargo, 25 años más tarde, a fines de noviembre de 2018 -cinco meses después del fallecimiento de su autor- tanto el emblema como el poste que lo sostenía desaparecieron imprevistamente, como si se los hubiese tragado la tierra. 

Cuando Sebastián y su familia notaron su ausencia, creyeron que se trataba de una posible restauración, que de hecho estaba planificada. Pero al pasar el tiempo y no tener novedades, consultaron a la entonces presidenta de Junta Comunal 9, Analía Palacios, quien les informó que el Gobierno porteño no había tenido ninguna injerencia en el tema y que desconocía quién había retirado el emblema. “Es todo muy raro, no puede ser que nadie sepa nada”, viene repitiendo Sebastián desde que el escudo y el mástil que lo sostenía desaparecieran en una de las esquinas más transitadas de Mataderos. “Nuestra sensación es que fue retirado por una cuadrilla del Gobierno de la Ciudad. Creemos que desconocían lo que estaban sacando y lo que significaba para el barrio. Respecto a las cámaras no encontramos explicación, ya que misteriosamente ninguna pudo captar nada”.

Cincuenta y dos meses después de aquel insólito episodio, la incertidumbre sigue siendo absoluta. “La que se preocupó en su momento fue la entonces comunera María De la Cruz Báez, quien radicó una denuncia en la Comisaría 9A”, cuenta Sebastián. Tras la denuncia policial, la investigación recayó en la Fiscalía N° 2, a cargo del Dr. Santiago Vismara, cuyos funcionarios aún no lograron determinar las causas de la misteriosa desaparición. “Si se llevaron un emblema de la esquina más transitada de Mataderos y no se sabe nada, un día se van a llevar el monumento al Resero y nos vamos a preguntar lo mismo”, especula con una sonrisa.

Todo comenzó a encarrilarse en julio pasado cuando el legislador Juan Pablo Modarelli, con el apoyo de la juntista local Lorena Crespo, presentaron el Proyecto de Ley para lograr la restitución del emblema.

Pero para terminar de concretar el sueño, hacía falta el trabajo artístico. Y de eso se hizo cargo la familia de Norberto Ricco. “Nosotros, como familiares directos del autor, nos ofrecimos a hacer una réplica exacta del escudo, con los mismos colores y las mismas dimensiones, y esto se logró con la colaboración de la Comuna 9”, explica Sebastián. La confección del emblema fue un verdadero trabajo en equipo. “Se involucró toda la familia, mi madre y mis dos hermanos, Patricio y Facundo, pero fundamentalmente Facundo fue quien plasmó el toque artístico en el escudo de Mataderos”, cuenta Sebastián y destaca los trabajos de “herrería, diseño y colores, para lograr la réplica exacta del original que pergeñó mi Viejo”.

Sebastián define a su padre como “un tipo que tenía en sus manos la capacidad de crear, de darle vida a emociones y sensaciones que luego se plasmaban en un papel o en un lienzo. Era una persona con un talento enorme para el dibujo”. Dice que “amaba a Mataderos y amaba vestirlo desde el arte. Mi Viejo era un tipo de una humildad enorme que lamentablemente no pudo vivir de su verdadera pasión. Solía repetir una frase que lo pintaba de cuerpo entero: ‘vendo leche para comer, pinto y dibujo para vivir’”.

Hoy el sueño está cumplido y la afrenta fue reparada. El emblema oficial del barrio de Mataderos volvió a lucirse en la esquina de Alberdi y Murguiondo, el lugar de donde nunca debió haberse ido.

Ricardo Daniel Nicolini

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