Carolina Muzzilli, una luchadora a contramano de la historia
Ferviente defensora por los derechos de la mujer, los niños y los trabajadores, cuyo nombre perdura en una calle de Mataderos
Por Oscar Turone (*)
Nacida el 17 de noviembre de 1889 en las inmediaciones de las avenidas San Juan y Entre Ríos, del barrio porteño de Constitución, Carolina Muzzilli fue criada en un hogar muy modesto de inmigrantes italianos, integrado por Cayetano, obrero de la construcción y su esposa Victoria. La propia Carolina así lo contaba: “Mi casa era muy humilde, tanto que el advenimiento de una hija mujer no podía inspirar mayor entusiasmo. Por esta razón, que tiene su raíz en las necesidades económicas, ya que aun trabajando nuestro aporte sigue siendo muy inferior al de los varones, papá debió dejar la solución de los problemas traídos por el alumbramiento a mamá y las tías”.
Desde pequeña Carolina dio mucho trabajo en su casa. Le gustaba jugar a las bolitas y al trompo con los varones, cosa inaudita entonces. Pero el problema no era ese, sino que los epílogos de esos juegos desencadenaban en riñas, remate obligado de los encuentros.
En el colegio, pasados los primeros meses, Carolina comenzó a hacer de las suyas, siendo acreedora a las penitencias señaladas por sus actos calificados como de inconducta. Concluidos los estudios primarios, cursó los secundarios en la Escuela Normal del Profesorado de Lenguas Vivas, donde su carácter independiente y sus preocupaciones sociales la segregan del resto de sus compañeras, en su mayoría hijas de la élite.
Gracias a su bilingüismo ítalo-español, en 1907 las autoridades del Liceo le encomendaron la redacción y la lectura del discurso de recepción al historiador napolitano Guglielmo Ferrero, que le retribuyó invitándola a tomar el té al hotel donde se alojaba. Carolina no pudo asistir por carecer de la vestimenta adecuada para ingresar al Royal Hotel. Pero asistió a la conferencia que brindó esos mismos días en Buenos Aires la médica y feminista italiana Gina Lombroso, esposa de Ferrero.
En 1907, cuando tenía apenas 17 años, dirigió una carta al Centro Socialista Femenino (CSF) de Buenos Aires solicitando su afiliación y recibió una respuesta positiva. Se afilió entonces al Partido Socialista (PS) en el local del Centro Socialista Obrero (CSO).
A los 20 años intervino activamente en mítines y en barricadas improvisadas en calles y plazas, en conferencias públicas o en congresos con disertaciones referidas al divorcio y la emancipación de la mujer, al trabajo de la mujer y los niños.
Cuando en abril de 1912 fueron elegidos para el parlamento los candidatos socialistas Juan B. Justo y Alfredo Palacios, la firma de Carolina Muzilli encabezó dos álbumes con miles de firmas de mujeres que, aunque no pudieron votar, saludaron el triunfo socialista al tiempo que le solicitaban que promovieran la legislación relativa a la mujer y el niño.
En cierta oportunidad, cuando se enteró que el intendente municipal de Mendoza, aduciendo razones de economía, tenía empleados a niños de 8 a 14 años para el barrido de las calles, denunció el hecho como ella sabía hacerlo, desde las columnas del diario “La Vanguardia”. El gobernante resolvió ponerse a cubierto de nuevas críticas no encontrando mejor arbitrio que retirar a los aludidos de la capital cuyana.
En su rol de periodista, Muzzilli fundó y dirigió el periódico Tribuna Femenina (1915-1916) un ejemplo de sacrificio inenarrable, hijo de su pasión por la causa de la justicia y vocero brioso de la mujer obrera en horas hostiles en que poseer un espíritu emancipado representaba clausurar las puertas.
En 1910 concurrió al Congreso de las Universidades Argentinas donde se destacó por los hábitos y principios que sostuvo. Colaboró con eficacia en la organización de los congresos del niño. Al primero, realizado en 1913, presentó tres trabajos cuya sola enunciación revela su importancia. Los títulos eran: “La madre y el menor obrero”, “El trabajo de las mujeres y los niños” y “Alcoholismo”. El comité ejecutivo de ese congreso le otorgó un diploma de honor. El mismo año presentó a la exposición de Gantes (Bélgica) un estudio titulado “El trabajo femenino”, que fue premiado con diploma y medalla de plata por la sección de Economía Social. Otra de sus contribuciones “El trabajo de las mujeres y los niños en nuestro país” con documentaciones, estadísticas y diagramas, fue premiado con diploma y medalla de plata en la exposición de San Francisco, California.
Presentó tres trabajos de índole eminentemente social, cuyas conclusiones humanitarias y patrióticas deberían aplicarse en bien de la República.: “Alimentación deficiente, fatiga, mal alojamiento ambiente de las fábricas”, “Por qué el trabajo de los niños no beneficia a la sociedad ni económica ni moralmente”; “La mortalidad infantil como elemento de bancarrota social”.
Muchas veces se la vio a la hora en que se abandona la fábrica arengando a los obreros y señalándoles la importancia de su propio valer en el concierto humano, quitando las asperezas de los espíritus hoscos, propagando el respeto mutuo en las relaciones de la familia y la sociedad, y subrayando los peligros del alcohol y del juego.
Su vida fue breve pero intensa. Fue una permanente defensora de la mujer y el niño, una divulgadora infatigable de ideales nobles que escribió grandes conceptos sencillamente y habló con persuasión y eficacia. Pero el mal que tanto combatió, la tuberculosis, hizo presa de ella. El 23 de marzo de 1917, con apenas 27 años, falleció en el Hospital para Tuberculosos “Santa María del Punilla”, de Bialet Massé, Córdoba. Sus restos se encuentran en la bóveda de Agustín Venzano y familia, en el Cementerio de la Recoleta.
En la sesión realizada a mediados de diciembre de 1933, el Consejo Deliberante de la Ciudad de Buenos Aires aprobó por unanimidad imponer el nombre de Carolina Muzilli a la calle de Mataderos que va de Araujo a Larrazábal entre Manuel Artigas y Zequeira. La ordenanza fue promulgada el 28 de diciembre de 1933 y lleva el número 5.505.
Delgada, nerviosa, convencida de su verdad, no respetó fronteras para expresar sus ideas prohijantes de sentimientos de justicia. En una época castigada por los prejuicios, salió a la palestra acorazada con su verbo promulgante de una lucha cuyos objetivos no eran otros que estrechar las diferencias que separaban las clases sociales.
Además de las ya mencionadas, otras de sus obras son: “El divorcio. Conferencia patrocinada por la Liga pro Derechos de la Mujer y el Niño Unione e Benevolenza” (1912), “Por la riqueza física y mental del pueblo” (1917), “Para que la patria sea grande” (1918), “El divorcio” (1918) y “Por la salud de la raza” (1918).
José Muzilli, hermano y amigo entrañable de Carolina, hombre de letras, escribió un poema titulado “Responso a mi hermana muerta”, que la pinta de cuerpo entero:
“Santa Carolina de los niños pobres
que visten harapos, juegan a los colores
y llevan los estigmas de la perdición,
yo recuerdo cómo tu corazoncito
vibraba de pena por el pobrecito
que no tiene casa, ni tiene perdón.
Yo recuerdo cómo, dulce hermana mía,
se llenaba tu alma de melancolía
cuando visitaban el doliente lar
de la muchedumbre que trabaja y gime
y en la noche suave que el cuerpo redime
sólo encuentra el suelo para descansar”.
(*) Turone es historiador, integrante de la agrupación Patricios Reservistas y vecino de Liniers. Más info en www.revisionistas.com.ar
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