Periódico zonal del Barrio de Liniers para la Comuna 9
April 24, 2024 3:31 pm
Cosas de Barrio

“Hay varios casos de chicos en edad escolar que tienen sus derechos vulnerados”

Lo aseguró la Dra. Claudia Falótico, jefa de Salud Escolar del hospital Santojanni

La Dra. Claudia Falótico es pediatra y jefa de la Sección Salud Escolar del Santojanni. Desde que se recibió a los 23 años, toda su vida profesional transcurrió en el hospital de Liniers. “Acá hice la residencia y me formé como pediatra –recuerda-. Aunque trabajé un tiempo en el hospital de Niños, acá hice guardias, fui médica de planta y de consultorios externos. Hace más de treinta años que trabajo en el Santojanni, amo esta profesión y amo a este hospital”, resume. Pero recién en 2019 tomó la jefatura del área de Salud Escolar, un añejo Programa que se trabaja en terreno con las escuelas estatales que forman parte del área programática del Santojanni.

Hasta hace algunos años había dos centros de salud que se dedicaban plenamente a la atención escolar: el del Resero y el Centro 28 (“donde trabajé desde el año 89’, que funcionaba en Lugano I y II, adentro de una escuela”, evoca la doctora). Pero cuando Falótico ganó por concurso el cargo para estar al frente del área, esos dos centros dejaron de funcionar. “Entonces a mí me tocó reestructurar todo el sector para brindarles atención a más de veinte mil chicos. La cosa venía bastante bien hasta que llegó la pandemia y ahí el Programa de Salud Escolar, que trabaja sobre una población supuestamente sana, se suspendió y estuve todo un año trabajando en el centro de testeo de Mataderos. Todo lo que no era urgencia o Covid pasó a un segundo plano”, explica.

Durante la pandemia, no obstante, Falótico ideó un sistema de testeo en el que, a partir de lo notificado por las escuelas, enviaba un listado de los contactos estrechos a la posta del Detectar de Mataderos y los alumnos iban con un turno a testearse allí.

-¿Cree que la pandemia nos dejó hábitos positivos?

– Sin dudas. Por un lado el concepto de autocuidado, con cosas tan básicas como lavarse las manos o compartir una mateada pero utilizando un mate individual. Y además, el barbijo se ha convertido en un arma de protección contra un montón de enfermedades respiratorias. Recién ahora, con la liberación de su uso, están volviendo a aparecer las gripes. Por eso yo recomiendo que, si se puede mantener la utilización del barbijo, se haga. En materia educativa, su uso va a evitar varias ausencias escolares, y no hay nada más lindo que ver a un chico jugando en la escuela.

El Programa de Salud Escolar está destinado a alumnos de escuelas estatales de diferentes niveles educativos. En el nivel inicial se evalúa a los chicos de 5 años; en Primaria a los de primero, cuarto y sexto grado; y a los de segundo año del secundario “donde además brindamos charlas de educación sexual y consejerías de métodos anticonceptivos. La idea es que los chicos tengan un seguimiento de su salud durante las diferentes etapas del desarrollo”, plantea Falótico.

-¿En qué consiste esa evaluación?

-Citamos a los chicos para pesarlos, medirlos, tomarles la presión, hacerles un screening de salud y completar el esquema de vacunación. Pero además visitamos las escuelas para brindarles charlas, hacer vigilancia epidemiológica de enfermedades infectocontagiosas y conversar con los padres.

Desde que se inició, el Programa fue modificando su alcance. “En un comienzo se veían casos de chicos sin vacunar, mal nutridos o con un soplo que había que derivar al cardiólogo, pero ahora nos encontramos con otras patologías, ya no tanto físicas, sino más bien emocionales y psicosociales, entonces el programa tuvo que aggiornarse a esos cambios”, explica la doctora y aprovecha para recordar un caso: “hace algunos años me encontré con un chico de cuarto grado con una patología que nunca había sido tratada, un síndrome de Parker Webber, que es una enfermedad venosa muy poco frecuente que genera graves consecuencias cardíacas. Era un chico de 9 años que vivía en la Villa 20 de Lugano, que jamás había sido visto por un médico y los padres lo trataban con una curandera. Con una patología así podía morirse en sexto grado. A partir de esa detección lo derivamos al hospital Garraham donde fue operado. Hoy, aunque perdió un miembro por esa afección, terminó el secundario y es profesor de Matemática”.

– ¿Y hoy con qué problemáticas se encuentran?

– Hoy se ven chicos con derechos vulnerados, con problemas de salud mental, como ataques de pánico, consecuencias del ambiente en que están criados. En los chicos más grandes se observan casos de noviazgos violentos o de iniciaciones sexuales muy tempranas, por hoy eso la vacuna del HPV se aplica antes de los 11 años, y también vemos casos de consumo de drogas (ver “Las adicciones…”).

En función de toda esa problemática se fue ampliando el equipo que hoy es interdisciplinario, con el aporte de trabajadoras sociales y profesionales en salud mental. “Así y todo muchas veces no tenemos forma de responder a las demandas que se nos plantean. Porque el Santojanni es un hospital de agudos, pensado para adultos, y ahí es donde entro yo, que me encargo de salud y educación, renglones de una misma hoja de cuaderno, por eso es tan importante trabajar en equipo. Hoy tengo la suerte de trabajar con supervisoras como Vanesa Casal, que me permite encarar y profundizar proyectos a partir de su permanente colaboración”, destaca la pediatra.

– ¿Se observan casos de abuso?

– Sí, hay varios casos, no sólo a nivel de abuso sexual, sino también de vulneración de derechos, como dejar chicos encerrados o no darles los cuidados necesarios. Y eso tiene que ver con una cuestión cultural, que se observa en la pérdida de valores. También se ven muchos chicos que dejan la escuela porque tienen que ayudar a trabajar a sus padres. Eso hace unos años no se veía. En todos esos casos es fundamental el trabajo que desarrollan las maestras para lograr detectarlos. Las maestras son los ojos del médico en el día a día. Un chico que está distraído en clase puede tener desde una discapacidad auditiva hasta una problemática social en el hogar, y si la maestra no lo observa, nosotros no llegamos a tratarlo. Por eso todas las supervisoras y directoras tienen mi celular directo.

Para Falótico, lograr que “a un chico le cambie la vida por la detección temprana y el posterior tratamiento de una problemática es reconfortante”.

El área programática del Santojanni es inmensa, por eso el Programa Escolar se ocupa de la salud de 20 mil chicos, repartidos en todas las escuelas del Distrito Escolar 20, dos escuelas del D.E. 18 y otras diez del 13. En total son 90 establecimientos escolares que dependen del  Programa que dirige Falótico. “A eso hay que sumarles los chicos que concurren a establecimientos privados, a los que les hacemos la vigilancia epidemiológica, por ejemplo, ante un caso de brote de sarampión”, subraya.

Si bien el año pasado el Programa de Salud Escolar se suspendió por la pandemia, Falótico trabajó junto al sector de enfermería, citando a aquellos chicos que tenían incompleto su calendario de vacunación. “Hoy el Ministerio de Salud tiene una nueva herramienta en la que el Santojanni fue pionero: la historia de salud integral, que es la digitalización de la historia clínica del paciente. Y en el caso de los chicos, cada vacuna que se aplican queda incorporada en su historia clínica”, explica, y precisa que “el año pasado hicimos un relevamiento para saber cuáles eran los chicos escolarizados que tenían el calendario de vacunación incompleto, entonces los citábamos para que fueran a vacunarse al centro de salud. Del total, el 60% tenía el calendario de vacunación completo y al 40% le faltaba alguna vacuna. Con ese relevamiento logramos completar el calendario en el 99% de los chicos”.

Paradójicamente, aunque es el barrio donde se agrupa la mayor cantidad de escuelas, Liniers no cuenta con ningún centro de salud, lo que implica que los alumnos de esa zona deban vacunarse en el Cesac 4, de Alberdi y Pilar, donde funcionaba el hospital Salaberry.

No obstante, hace algunos meses empezó la campaña “vacunacción”, porque los dos años de pandemia hicieron que la gente no acudiera a los centros de salud por temor a los contagios, entonces muchos chicos se atrasaron en sus controles y también en el calendario de vacunas. “Por eso ahora estamos yendo a las escuelas con un equipo de vacunadoras, para inocular a aquellos chicos en edad de vacunación que aún les falte completar el calendario obligatorio”, indica la pediatra, y agrega que “al estar por iniciarse la campaña de vacunación antigripal, el Ministerio nos proporcionó un móvil para trasladar a las enfermeras y las vacunas, cosa que antes hacía yo con mi auto”. En el caso de los chicos, la vacuna antigripal está indicada para menores de entre 6 meses y dos años o para aquellos que tengan una indicación médica por una patología de base. “Cuando termine esta campaña ya voy a disponer de las enfermeras y el móvil, y voy a ir con mi equipo a las escuelas para vacunar a aquellos alumnos de todos los grados, que aún tengan vacunas obligatorias pendientes de aplicación”, anticipa.

En ese sentido, recuerda que a fines del año pasado se agregó una nueva vacuna al calendario escolar obligatorio, que es un refuerzo contra la varicela. “Ocurre que ahora –explica- el virus de la varicela es salvaje y puede traer consecuencias respiratorias, como ya ocurrió en Brasil, entonces a la vacuna que se aplicaba al año de edad se le agregó éste refuerzo para los chicos nacidos después de 2013”.

– ¿El Programa también brinda capacitaciones a los estudiantes?

– Sí. Este año vamos a retomar el curso de “resucitador”, que inicié en el 2019, para los alumnos de quinto año del secundario, que lo da la gente de Terapia Intensiva del hospital. Yo organizo las divisiones para que vengan y, además de recibir el curso, conozcan el hospital y vean que es saludable, porque suele ser una población que no se acerca al hospital. Al final se les entrega un diploma de “resucitador”. Además tengo otro proyecto para las escuelas secundarias que es el de “cesación tabáquica”, a partir de charlas que va a ofrecer una neumonóloga, porque los indicadores señalan que los chicos comienzan a fumar cada vez en edades más tempranas.

Falótico asegura que siempre supo que iba a ser pediatra, porque los chicos son su pasión. “Cuando voy a las escuelas charlo con los padres y los toco, me abrazo con los chicos, porque creo que los médicos nos tenemos que sacar el bronce y empatizar con los pacientes y su familia”. Según su modo de sentir la profesión “cuando uno quiere enseñarle a una madre cómo cuidar a su hijo no puede subirse a un pedestal. A veces prestarle el oído y escuchar lo que le pasa es una forma de empezar a solucionar el problema. Un médico tiene que saber que el paciente espera mucho de nosotros y nosotros no podemos romper su expectativa. Esa persona tiene un problema y merece respeto y atención. Lamentablemente vengo viendo que hay muchos profesionales que no se comportan de esa manera, y eso me duele mucho”. Honestidad brutal o, tal vez, la punta del ovillo para empezar a humanizar la medicina.

Ricardo Daniel Nicolini

Las adicciones en los menores, un tema que avanza y carece de contención

Según la Dra. Falótico, el consumo de drogas en los menores es una de las problemáticas que más ha crecido en los últimos años y, sin embargo, desde el sector sanitario local poco se puede hacer al respecto. “Detectamos muchos casos, pero lamentablemente, y aunque te parezca mentira, no tenemos un profesional que ofrezca charlas sobre el flagelote las drogas. Ocurre que hay muy pocos profesionales que se dedican al trabajo territorial, que metan las patas en el barro”, advierte la pediatra, y luego sostiene “a veces las estrategias sanitarias no están armadas de acuerdo al ámbito en el que se va a trabajar. En general, un hospital ofrece determinada oferta de especialidades para que la gente se acerque y las aproveche, pero es raro que los profesionales vayan en busca de los pacientes. Eso implica que haya profesionales que tengan ganas de visitar un barrio carenciado, una escuela, pero lamentablemente, no hay muchos”.
– Y si hoy usted detecta a un chico con una adicción a alguna droga ¿Cómo se lo atiende?
– Bueno, ese es un problemón. Porque como acá no tenemos un especialista en el tema, hay que buscar un lugar a través de las trabajadoras sociales, acorde a su problemática en el que lo puedan atender. Esa es una red que no funciona como debería. Lo mismo ocurre cuando detectamos un chico con alguna disminución visual. El Santojanni no cuenta con oftalmología pediátrica, así que tengo que derivarlo al Lagleyze o al Santa Lucía y pedir un turno a través del Ministerio, cosa que no es nada simple. Porque a veces el padre va una vez, va dos veces y a la tercera vez cuando no encuentra el turno no va más, y ese chico queda boyando hasta que nosotros lo volvemos a ver un año después. Es una pena sentirse como un “detector” de enfermedades que, en ocasiones, no tiene cómo tratar al paciente. Ese es el gran problema del sistema de salud.

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