Periódico zonal del Barrio de Liniers para la Comuna 9
April 16, 2024 12:22 pm
Cosas de Barrio

Demolieron el último bodegón de Liniers

El histórico bar de José León Suárez y Tuyutí sucumbió ante las fauces de una topadora para cederle su espacio a un edificio

Desde mediados de los años 40’, la esquina de José León Suárez y Tuyutí fue para muchas generaciones un punto de encuentro. Con el verde de la General Paz a escasos cien metros y los cercanos aromas de la feria, que lo impregnaban todo, el bar de Darío –como se lo conoció durante años- era una cita obligada para los vecinos que le escapaban al ritmo frenético de Rivadavia. Muchos lo visitaban de mañana, cuando el café y las medias lunas se imponían en cada mesa, y otros lo preferían a la hora del almuerzo, para deleitarse con los sabores tradicionales de la fonda, en la que solía convertirse cada vez que el guiso de lentejas y las milanesas se robaban el protagonismo.

El bar había sido fundado por la familia Novoa, y con el paso de los años fueron cambiando los propietarios. Su último dueño fue Fabián, que tomó la posta a fines de los 90’ y lo rebautizó como “El Malevo”, en honor a su pequeño perro de raza indescifrable que se paseaba orondo entre las mesas, mientras los comensales disfrutaban de diversas exquisiteces a la parrilla –que el propio Fabián preparaba a la vista de todos- o las pastas caseras de Abel, con el sabor único de lo artesanal. Florencia y Karina atendían las mesas y en fechas especiales se aparecía Ángel Carpio con su guitarra, y entonces el bodegón se parecía a una peña en la que todos se le animaban a una zamba o a cualquier melodía pegadiza no apta para entonados.

Hasta que hace algunos años un cartel de venta colgado de uno de los laterales del añejo edificio, sorprendió a los vecinos. Poco después, Fabián le bajó las persianas definitivamente al bodegón, cuando en 2018 se le venció el contrato de alquiler. Al poco tiempo, con la llegada de la pandemia, el silencio de esa esquina se agudizó aún más: la parada de diarios de Lily también exhibió un candado y entonces el gris de la soledad hizo historia los recuerdos.

Desde entonces, lo inevitable se volvió inminente, hasta que el miércoles 27 de octubre último, una topadora le puso punto final al bodegón y tiñó de nostalgia todo lo demás. Lo que siga de aquí en más será historia repetida: en pocos días más, un pozo profundo albergará los cimientos de un edificio –otro edificio- y el progreso seguirá su curso. Para entonces, el viejo bodegón de José León Suárez y Tuyutí, el de la cita obligada, ya será parte de la rica historia del barrio de Liniers.

Ricardo Daniel Nicolini

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