El sodero, el rubro laboral ambulante más útil para el vecino
Así lo expresan los resultados de la última encuesta digital de Cosas de Barrio
De acuerdo con la opinión de la gente que durante el último mes participó de la encuesta digital que Cosas de Barrio realizó en su sitio de Internet (www.cosasdebarrioweb.com.ar), el 41 por ciento de los votantes aseguró que el del sodero, es el rubro laboral ambulante que le resulta más útil como vecino; un 22 % se inclinó por el cartero; otro 13 % señaló al cartonero; el 10 % cliqueó en la opción de “el paseador de perros”; otro 9% optó por el chatarrero o “compratutti”; mientras que apenas el 5% restante se inclinó por el afilador (ver gráfico).
En total, en esta nueva edición de la encuesta realizada vía Internet por este medio, participaron un total de 1.887 vecinos.
Desde hace décadas, el camión de reparto de soda se ha transformado en un elemento ineludible en el paisaje barrial. Ni el constante desarrollo tecnológico ha logrado hacer mella en su trajín, que día a día es esperado con ansias por los vecinos. Y como referente de ese reparto, aparece la figura de “el sodero”, una rara especie de confidente y amigo de un sinnúmero de amas y amos de casa. Tal es así, que la mayoría de los clientes no sólo recuerda perfectamente el nombre de su sodero de confianza, sino que además suele extrañarlo cuando se ausenta para disfrutar de sus merecidas vacaciones. Es que el reparto de soda es el génesis del delivery, aún cuando ese término de habla inglesa no existía en la jerga barrial de los porteños. Con el tiempo, a los tradicionales sifones, el servicio sumó el reparto de bidones de agua y hasta de alguna línea de gaseosas elaborada por la misma empresa.
Un escalón más abajo –con el apoyo de poco más de dos cada diez votantes- aparece el tradicional cartero, tal vez el oficio ambulante más antiguo, cuya labor, no obstante, se ha ido modificando con el paso de los años. En la actualidad, sus habituales recorridas a pie por el barrio, se apoyan en la necesidad de varias empresas de servicios que deben hacerle llegar a los usuarios las facturas de pago o, eventualmente, dejarle en mano al destinatario algún telegrama, cuyas noticias –por lo general- no suelen ser alentadoras. Lejos quedó la época en la que el cartero dejaba en los domicilios aquello que le dio nombre a su oficio: cartas. Cartas escritas de puño y letra que expresaban emociones, afectos, recuerdos y, en ocasiones, porqué no, también engaños y desamores…
En tercer lugar se ubica el cartonero, un oficio ambulante surgido en los albores de este siglo, a la sombra de la crisis, el desempleo y la necesidad más cruel e impostergable. Desde entonces el cartonero lleva a cabo una de las tareas más duras y sacrificadas. Empujando su propio carro –en la más vívida tracción a sangre- selecciona de entre los desperdicios de los vecinos, todo aquello que luego pueda vender. Entonces el cartón, el plástico, y algunos metales se cumulan en su carro, donde también se agolpa algún mueble viejo y hasta juguetes que podrán entretener a los más pequeños de la familia.
Luego se ubica el paseador de perros. Un rubro relativamente nuevo en la Ciudad -surgido a mediados de los 80’- que suelen desarrollar los jóvenes amantes de los animales, para poder solventarse los estudios a partir de ese ingreso. Con un racimo de perros en cada mano y varios kilómetros transitados diariamente, lograron hacer de este oficio una necesidad impostergable para miles de vecinos.
Apenas un escalón por debajo aparece el chatarrero, al que algunos denominan “compra tutti”. El mismo que con voz engolada y acompasada –distorsionada por el megáfono- retumba en cada rincón del barrio ofreciendo pagar “a buen precio”, desde muebles hasta electrodomésticos viejos, pasando por bicicletas, calefones y varios etcéteras.
Y cerrando esta singular lista de preferencias, con su característico silbato de siete notas, se observa al viejo y querido afilador, que aún hoy, en pleno siglo XXI, sigue recorriendo el barrio con su bicicleta y su piedra a pedal para animarse a sacarle filo a cuchillos, tijeras y cualquier otro elemento cortante que ose ponerse en su camino.
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