Periódico zonal del Barrio de Liniers para la Comuna 9
April 26, 2024 5:04 pm
Cosas de Barrio

IGLESIA ELECTRÓNICA

Con los templos cerrados, las redes sociales y las plataformas digitales se han convertido en el principal aliado para estrechar el contacto con los fieles

Suenan las campanas en el ocaso y ni Adolfo, ni Esteban, ni Adrián llevan puesto ni zapatos ni pantalones de vestir. Por debajo del altar y la sotana se esconde el dúo perfecto de esta cuarentena: pantalón pijama y pantuflas, que son cuidadosamente resguardados por la cámara, su única compañía en la soledad del templo. Del otro lado de la pantalla están los fieles, quienes desde el sillón no se pierden la transmisión en vivo de la misa. Los mismos santos pecadores que hasta se atreven a lanzar algún insulto cada vez que se corta la conexión, porque no quieren perderse ni un bendito minuto.

Sin dudas, la pandemia arribó al país para cambiar las reglas del juego. Entre ellas, el cierre de templos a lo largo y ancho del territorio nacional significó la suspensión de las celebraciones litúrgicas y la distribución de los sacramentos, hasta nuevo aviso. Pero gracias a los medios digitales, los sacerdotes de las iglesias se las ingeniaron -ya sin la habitual asistencia de sus monaguillos- para tomar el mejor ángulo del altar a la hora del ofertorio, momento en que el clérigo eleva las oraciones de miles de fieles que, con fe y esperanza, acompañan las celebraciones a través de las redes sociales.

Misa on line

“Dada la circunstancia del aislamiento social, la tecnología me parece una herramienta excepcional y sumamente útil, ya que me da la posibilidad de llegar a las casas y a las personas de un modo impresionante”, comenta Adolfo Granillo Ocampo, párroco de Nuestra Señora de Las Nieves, canchero en el uso de las redes sociales. “Mi cuenta personal es @padreadolfo y es la red social que más uso. Luego de grabar en vivo cada misa desde Instagram, comparto en Facebook las transmisiones para aquellas personas que están más familiarizadas con esta app”, agrega con tono influencer, el sacerdote de 50 años.

Distinto es el caso del padre Esteban Sacchi, presbítero a cargo de la parroquia San Enrique, de Liniers, quien entre risas reconoce “¡no soy muy tecnológico!”. Sin embargo, gracias a la ayuda de sus “apóstoles”, tal como bautizó al equipo de muchachos a cargo de las redes sociales de la comunidad, preside la eucaristía ante la atenta mirada de la cámara. “Este equipo me instruyó bastante y son ellos quienes se encargan de manejar las cuentas y de subir toda la información ahí. Así que transmitimos las misas en vivo por Instagram y también contamos con el canal de Youtube, donde almacenamos las ceremonias de cada día. Aunque a veces tenemos problemas de conexión”, reconoce.

Por su parte, en el santuario mataderense de San Pantaleón, el padre Adrián Viola tiene las dos manos ocupadas: una en el teclado y la otra en el teléfono. “Transmitimos las misas por Facebook Live y tratamos de mantener el vínculo con los fieles a través del contacto telefónico”, cuenta el sacerdote que atiende los llamados de los feligreses a cualquier hora del día. No obstante, admite que “sobre todo llama mucha gente que está sola y que no tienen familia”.

Y tras la venida del confinamiento, la soledad no sólo brotó en los hogares de algunos fieles. “Lo novedoso del aislamiento es que dio lugar a la sensación de hartazgo, de angustia, incluso a veces de depresión”, asegura el padre Adolfo, quien reconoce también que “es comprensible que se generen esos sentimientos en el corazón de las personas, y eso lo percibo cuando hablo con ellas por teléfono”.

Sin embargo, con el correr de los días, una brisa de paz avanza sobre el tablero, como un rayo de luz que resplandece en las tinieblas del encierro. “La gente está muy preocupada, angustiada por la situación que nos toca vivir hoy. Aunque también se observa una luz de esperanza”, distingue Adrián a quienes perseveran en la fe. Lo mismo ocurre en la comunidad de San Enrique. “La gente de la parroquia son personas de mucha fe, que están llevando esto con una entereza notable. Así que doy gracias a Dios de acompañar desde mi rol de sacerdote”, asegura el padre Esteban, conforme de su labor pastoral.

¡Hostias!

El fin de semana anterior al jueves 19 de marzo, fecha en el que se anunció el aislamiento social en todo el país, descendían desde la cúpula de la Iglesia dos medidas preventivas para evitar el contagio del satánico enemigo invisible. Siguiendo el decreto que había comunicado el Gobierno porteño, en el que una de las disposiciones establecía la prohibición de concentraciones superiores a 200 personas en espacios cerrados, el Consejo Episcopal de la Arquidiócesis de Buenos Aires limitó el acceso de feligreses a los templos, como así también recomendó que los mayores de 65 años evitaran visitarlos y permanecieran en sus casas.

Cerrados con llave y candado, los santuarios vacíos suscitan diversas impresiones en los sacerdotes durante las celebraciones. “La verdad es que es una sensación distinta porque francamente en nuestra vida cotidiana no estábamos habituados a celebrar de este modo”, expresa Adolfo sin lamentarse, ya que cree que “la situación de la pandemia nos da la posibilidad de explorar estas nuevas maneras y de poder acompañar la fe de la gente a través de la cámara del celular, que nos acerca tanto y que nos une como Iglesia”.

Por eso, hoy más que nunca el padre Enrique pasa por su cabeza con mayor claridad los rostros de su gente en cada momento de la eucaristía. “Cuando en la misa me dirijo directamente a la asamblea, en los saludos por ejemplo, o al final cuando doy la bendición, trato de traer a mi memoria la gente que viene a misa habitualmente, trato de tenerlos presente en mi corazón y saber que de alguna manera están”, manifiesta.

Mientras tanto, en sus hogares, miles de fieles siguen las misas cómodos desde el sillón. Abrazando un almohadón, para que la soledad no debilite su fe, y con una mano en el celular y la otra sosteniendo el mentón, viven la fiesta de la eucaristía a la distancia. Sin embargo, el contexto actual imposibilita la comunión sacramental, como también mantiene cerrada la puerta de los confesionarios.

“Con respecto a la confesión, es imposible hacerla a la distancia porque para confesarnos sacramentalmente debemos tener un encuentro presencial”, explica el padre Adolfo. Esto se debe a que en la Iglesia “todos los sacramentos son persona a persona”, según aclara Esteban. Sin embargo, desde el Vaticano, el Santo Padre ordena a obispos y sacerdotes a revelar la receta para una reconciliación casera. “El Papa nos ha pedido que instruyamos a la gente a hacer un arrepentimiento profundo”, cuenta el párroco de San Enrique. “O técnicamente hablando se le llama acto de contrición perfecta, en donde uno se arrepiente de corazón ante Dios de todo los pecados cometidos, y con el propósito de, cuando sea posible, confesarse sacramentalmente”, detalla en profundidad el sacerdote a cargo de Las Nieves.

Si bien la cuarentena representa una situación anómala para la predicación de la palabra, hay quienes, como Esteban, ven con buenos ojos esta nueva realidad. “Es una oportunidad, porque a través de las redes se puede llegar a mucha gente. Sin embargo, como ha dicho el Papa Francisco ‘la Iglesia no puede ser virtual’. De todas formas, esta manera de llegar a las casas mediante las redes, no tenemos que descartarla en el anuncio del Evangelio”, exhorta con la autoridad de quien en noviembre próximo cumplirá quince años como sacerdote.

A la espera de la reapertura de los templos, laicos y consagrados trasladan su fe a los dispositivos tecnológicos. Mientras las plataformas digitales dan lugar a las celebraciones remotas, la palabra del sacerdote al oído se convirtió en el calmante de algunos fieles para los dolores espirituales, productos de la angustia, la soledad y el hartazgo. Así, la tecnología permite a los pastores tener a la vista a sus ovejas, para que ninguna se pierda en estos tiempos difíciles. Tiempos que solo Dios conoce.

Santiago Rodríguez

EL SANTO DE LOS ENFERMOS EN TIEMPO DE CORONAVIRUS

“Para el personal de la salud, San Pantaleón es aquel santo que los protege, y hoy en día para los médicos y enfermeros es un ejemplo porque, como ellos ahora, él dio su vida por la vida de otros. Siempre por la salud hacía todo lo posible, así que es un modelo también, y alguien que los cuida y los protege”, comenta el padre Adrián Viola, quien desde 2015 guía los destinos del santuario de Mataderos.

Consultado sobre la festividad que cada 27 de julio convoca a cientos de miles de fieles en el templo ubicado frente al barrio Los Perales, a metros de la cancha de Nueva Chicago, expresa que, probablemente, este año no se celebre el aniversario del santo. “Todavía falta mucho para las patronales del 27 de julio, y además no sabemos cómo evoluciona la situación, como cada semana va cambiando todo. La verdad es que todavía no sabemos qué nos deparará el mes de julio”, señala el sacerdote, y pone en duda los preparativos a dos meses las celebraciones. “Nosotros, mientras tanto, venimos haciendo la misa por Facebook, y supongo que será algo así este año, siempre en la búsqueda de lo participativo. Si no se puede celebrar con la gente que es lo más lindo, trataremos de acompañar por estos medios, las redes sociales y en cuanto se pueda abrir el templo para que la gente pueda encontrarse con el santo”, asegura en la esperanza de volver a estrecharse en un abrazo con los fieles.

Comments

  1. Avatar for cosasdebarrio Marcelo dice:

    A finales de los 60 en la esquina de Ventura Bosch y Martiniano Leguizamón estaba la zapatería de Don Alfredo (No reparaba, sólo vendía). Mi mamá me compraba las Flecha (Había sólo 2 marcas económicas Flecha y Pampero) con suela de goma y solo 2 colores Azul y Blanco.

    Hoy en esa esquina hay una serie de duplex no quedando ni un vestigio del local original.-

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