Periódico zonal del Barrio de Liniers para la Comuna 9
April 28, 2024 11:12 pm
Cosas de Barrio

Grandes bibliotecas de la historia

En este viaje al pasado, un repaso por los primeros “incunables” surgidos tras la aparición de la imprenta

Por Alejandro Andrés Bressi (*)

En esta octava entrega -o papiro N° 8- de los grandes centros de conocimiento de la historia, les propongo conocer los primeros libros editados a partir del nacimiento de la imprenta.

Se llaman incunables a las ediciones hechas desde la invención de la imprenta (mediados del siglo XV, año 1440) hasta principios del siglo XVI.

Pocos inventos han desencadenado una transformación de la sociedad tan grande como la imprenta, que surgió para atender a la demanda de libros de la nueva sociedad urbana, rica e instruida de la época.

Los incunables “tabelarios” o “xilográficos” están impresos con planchas de madera grabadas, y los “tipográficos” con caracteres móviles, si bien a los libros “xilográficos” no corresponde llamarlos incunables. Esta voz indica que fueron impresos cuando el libro tipográfico salía de la imprenta. Pero los bibliógrafos han establecido los límites a los que debe ceñirse el producto incunable en términos que permiten ya señalar como tales a los impresos tipográficos anteriores al año 1501, no sólo procedentes de Alemania, cuna de la imprenta, sino también a los provenientes de todas partes de Europa.

Los historiadores de la imprenta empezaron a hablar ya en el siglo XVII de la época incunable, refiriéndose a los primeros años de su existencia, es decir, cuando la imprenta, como un bebé, estaba en los tiempos de la cuna. Después se dio el calificativo de incunables a los libros que aparecieron en aquel período, que se hizo coincidir con el final del siglo XV, fecha aceptada por todos, aunque, como es natural no hay ninguna diferencia entre los últimos libros del siglo XV y los primeros del siglo XVI.

La evolución del libro fue continuada sin que se produjera un cambio brusco.

Algunos historiadores del libro han propuesto alargar la época incunable hasta mediados del siglo XVI, pues en la segunda mitad de este siglo parece haberse detenido su evolución material y muy principalmente las ilusiones a que dio lugar la invención de la imprenta. Otros, como F.J. Norton, han dedicado especial atención a las dos primeras décadas del siglo XVI.

La propuesta de diversas fechas como límite del período incunable respondía a la situación de cada país, porque la evolución del libro había sido distinta en ellos, y determinados acontecimientos históricos, como la Reforma en Alemania o el descubrimiento de América en España, se podían utilizar como mojones separadores.

Pronto se creó, dentro de la historia de la imprenta, la especialidad consagrada al estudio de los incunables, cuya tarea principal ha sido realizar su inventario y resolver los problemas de adjudicación a un taller, y de identificación del lugar de datación, planteados, de manera especial, por los incunables más antiguos, en los que no suelen constar esos datos o sólo figuran algunos en los colofones, cuando los llevan.

El estudio de los incunables se ha limitado prácticamente al examen de sus elementos formales. En cambio, aunque no faltan, son pocos los estudios sobre contenido, quizá porque hay muchas obras de difícil lectura y escaso interés para el hombre actual. Por ello no se ha analizado en profundidad la influencia de la imprenta en la lectura, en la extensión de los conocimientos y, principalmente, en la actividad creadora de los autores.

Nos encontramos en la próxima entrega. Y recuerden que recibimos sus consultas, sugerencias y opiniones en el correo electrónico: alejandroandresbressi@gmail.com.

(*) Bressi es vecino de Liniers, bibliotecario profesional, exresponsable de la biblioteca José Hernández, profesor de inglés, historiador e investigador de las grandes bibliotecas de la historia.

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