Periódico zonal del Barrio de Liniers para la Comuna 9
April 29, 2024 4:31 pm
Cosas de Barrio

Vecinos invisibles

Una mirada transversal sobre la problemática de la gente en situación de calle

“Esta gente que vive en la calle, mal no la pasa. No le gusta laburar, vive del prójimo y lo que junta se lo gasta en falopa”. La frase, dura, agresiva, mordaz y, a todas luces, inexacta, suele escucharse a menudo en diversos ámbitos. Sin embargo, quienes la pronuncian desconocen que muchos de estos “vecinos de la calle”, quieren salir adelante y dejar atrás esa vida de sufrimiento, pero por esos mismos prejuicios de una sociedad que los invisibiliza, se les hace casi imposible conseguir un trabajo y mucho menos acceder a una vivienda o una atención médica, que les permita comenzar el camino de su reinserción social y recuperar su dignidad como personas.

Vale recordar que existe una ley para tratar de encarrilar esta situación, la N° 3706, de “Protección y garantía integral de los derechos de las personas en situación de calle y en riesgo a la situación de calle”, implementada desde el 2013 en CABA. La norma ofrece garantía y protección de los derechos de esos vecinos y, a su vez, de los que se encuentran en riesgo de calle. En resumen, busca protegerlos ante discriminaciones, violencia y prejuicios; pero además les asegura el derecho a acceder a políticas públicas en materia de salud, educación, vivienda y trabajo.

Mientras que la teoría alude y promueve una realidad diferente, con un gobierno y una sociedad dispuestos a ayudar, en la práctica la ley no logró el efecto esperado, tal como afirma la legisladora porteña y vecina de Liniers, Laura González Velasco, en diálogo con Cosas de Barrio. “Si bien hoy tenemos una ley en la Ciudad y otra nacional (la N° 27.654/2021) muy avanzadas y de vanguardia, ya que se elaboraron junto a organizaciones que trabajan en la temática, no hay políticas públicas efectivas que les de una respuesta a las necesidades de esa población”, asegura.

En otras palabras, la ley está, pero no es suficiente. No alcanza para ayudarlos a salir de esa situación, ya que se necesita decisión política para acompañarla y esa herramienta brilla por su ausencia.

“Entre nuestros vecinos de la calle -advierte González Velasco- hay gente que era clase media, que de un día para el otro se encontró con que ya no pudo sostener el alquiler de un hogar, gente a la que la calle los recibió sin adicciones, incluso con estudios superiores, pero que en busca de pasar las heladas noches bajo el puente de la General Paz, sucumbió en una adicción o en una botella de alcohol para intentar evadirse de una realidad que los persigue y de una sociedad que los ningunea”.

El colectivo que engloba a la gente en situación de calle es, no obstante, muy heterogéneo. Allí conviven personas con espantosas experiencias, que las marcaron de por vida, trayéndoles severos problemas de salud mental. Personas que estaban internadas en diferentes psiquiátricos recibieron el alta, tuvieron que dejar el establecimiento y automáticamente quedaron desamparados, descubiertos y abandonados, sin tener siquiera dónde pasar la noche y encontrándose en una situación de extrema vulnerabilidad.

Y en ese complejo universo de vecinos también están las mujeres. Si bien el 80% de quienes padecen los riesgos de la intemperie son hombres, un 19% son mujeres que, en muchos casos, por escapar y dejar atrás una familia o pareja abusiva, encontraron en la calle un abrigo y una contención que desconocían hasta entonces. En otras palabras, salieron de un infierno para encontrarse con otro que ignoraban, y hoy les es muy difícil desandar el camino y retomar la ruta de escape que les permita encontrar aquel sueño de libertad, pero cobijadas.

Como sea, en todos y cada uno de los casos se vislumbra el desamparo y el desinterés social, porque, tal como subraya González Velasco “en los hospitales no quieren atenderlos; en los paradores no les permiten conservar sus herramientas de trabajo, muchas veces necesarias para cartonear o buscarse su changa o sustento diario, o no les permiten hospedarse junto a su familia. Incluso en las escuelas son discriminados por su apariencia o aseo”.

Por su parte, María Laura Gorosito, referente de Cáritas en el barrio de Liniers, señala que “incluso si logran conseguir un trabajo, muchos empleadores se aprovechan de su falta de alternativas y por una pesada jornada laboral les pagan con un par de verduras”. La frase puede sonar metafórica, pero es completamente literal.

González Velasco y Gorosito coinciden en que “a los gobiernos no les interesa que la problemática de estos vecinos sea visibilizada”. De hecho, el Censo que realizó el Gobierno porteño en mayo de 2021 –el último hecho hasta la fecha- dista muchísimo de los relevamientos trabajados por las ONG’s en el llamado “Censo Popular”. En aquel muestreo, el GCBA aduce que en toda la Ciudad existían sólo 2.573 personas en situación de calle, cuando sólo se ocupó de censar en una sola noche y sólo en algunos barrios porteños.

En este sentido, la Asamblea Popular de PSC, el colectivo de organizaciones sociales, políticas y comunitarias que lucha por los derechos de las personas en situación de calle, se ocupó de recordar que “el subregistro de datos es violencia”.

Por su parte, el último Censo Popular de personas en situación de calle, realizado por diferentes ONG’s, organizaciones sociales e instituciones públicas, entre el 25 y el 28 de abril de 2019, registró 7.251 personas en la vía pública, de las cuales 1.839 se reparten en diferentes alojamientos nocturnos de gobierno y en habitaciones compartidas con personas de idénticas situaciones, y 5.412 personas viven a la intemperie. De éstos últimos, 4.541 son adultos (84%) y 871 son niños (16%). El 80% de esta población responde ser varón, el 19% mujer y el 1% restante declara ser trans/travesti. Pero hay más. El 73% de las personas encuestadas contaban con estudios desde primarios hasta terciarios e incluso algunos con universitarios. El dato más revelador señala que la mayor parte de nuestros vecinos en situación de calle no nació en la pobreza. El 52% de la población censada afirmó que por primera vez en su vida se encuentra cara a cara con la vulnerabilidad de dormir bajo la luna en una helada eterna, de vivir el hambre a la vista de todo mundo.

Más allá de los números fríos y de las estadísticas, nuestros vecinos de calle son personas que se golpean diariamente con el desinterés del resto de la sociedad. Gente que vive a la vista de todos a la que le encantaría que la tuviésemos presente, que le regaláramos una sonrisa, que escuchemos sus historias. Sin embargo, sólo unos pocos los ven, el resto los ignora, acepta y naturaliza su presencia en las calles. Como si la realidad pudiera modificarse mágicamente, con tan solo mirar para otro lado.

Valentina Fredes

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