Periódico zonal del Barrio de Liniers para la Comuna 9
April 26, 2024 8:50 am
Cosas de Barrio

Mataderos celebra sus 132 años de vida

Por su simbiosis de campo y ciudad, se lo conoce como “el barrio gaucho porteño”. Aquí, una recorrida por su historia

Por la museóloga Zulema Cañas (*)

En 1884, como consecuencia de los continuos desbordes del Riachuelo, se pensó en trasladar el antiguo Mercado de Hacienda de Parque Patricios a un lugar más alejado y protegido. El sitio elegido fue el de los solares linderos a la Estación Liniers, siguiendo el cauce del arroyo Cildáñez. Esa extensa porción de tierra no tenía aún nombre oficial, aunque se sabía que pertenecía a los fondos de Flores.

Algunos años antes, hacia 1858, se había construido muy cerca de allí la casa Mirador Salaberry, que en la actualidad es una de las tres casas con mirador que posee la ciudad de Buenos Aires.

La piedra fundamental que marcó oficialmente la llegada del Mercado a esta zona se colocó el 14 de abril de 1889. Para entonces, la única construcción que habitaba el predio era una casilla de madera, donde se instaló una fonda y almacén.

Finalmente, el 1° de marzo de 1901 se inauguran oficialmente los “Nuevos Mercados Públicos de la Capital” en el actual Complejo Arquitectónico de la Administración de los Mataderos -que aún hoy alberga al Mercado de Hacienda de Liniers- considerado Monumento Histórico Nacional desde 1974. Bajo las arcadas del edificio principal se instaló la administración, un puesto policial, una estación sanitaria y una escuela. Por tal motivo, la llegada del Mercado es considerado el hito fundacional del barrio de Mataderos.

Por entonces, el acceso a los nuevos mercados se podía realizar por tres vías: el camino a Cañuelas; la calle San Fernando -que en 1913 cambiaría su nombre por el de Charles Tellier, y que desde hace algunas décadas se denomina Dr. Lisandro de la Torre- o por la avenida Chicago, que anteriormente fuera denominada el “camino de las tropas” y hoy es la avenida de Los Corrales. Por este último acceso, los reseros traían en arreo el ganado desde las distintas provincias del país. La actividad ganadera y su relación con el campo fue la encargada de legarle al barrio de Mataderos su inconfundible tradición gauchesca.

Poco después de la colocación de la piedra fundamental, el rematador público Massini puso en venta con gran éxito los lotes circundantes. A fines de 1889 ya había veintidós manzanas vendidas. Las nuevas generaciones de empleados de los Corrales Viejos adquirieron terrenos alrededor del mercado y de esa forma, el barrio comenzó a crecer.

En 1911, un grupo de jóvenes del barrio formaron un club de fútbol al que bautizaron “Unidos de Nueva Chicago”, como solía llamarse por entonces a esa porción de la ciudad, ya que en la ciudad norteamericana homónima el mercado de ganado estaba rodeado de plantas procesadoras de carne y algo similar se quería hacer en esta parte de Buenos Aires. Se trataba al fin y al cabo del actual Club Atlético Nueva Chicago, que el 1° de julio próximo cumplirá 110 años.

Poco después, en 1915 abrió sus puertas el hospital “Juan F. Salaberry”, en memoria de quien fuera uno de los primeros consignatarios de hacienda, luego de que su hijo realizara una colecta pública para tal fin. Con su puesta en marcha se transformó en la única unidad sanitaria del sudoeste porteño.

Para entonces, en la esquina de las actuales Lisandro de la Torre y avenida de lso Corrales, ya funcionaba el mítico Bar Oviedo, que había sido inaugurado en 1901 y era conocido como el “Bar de los Payadores”. Su propietario, Fernando Ghío, fue el primer concejal de la Parroquia San Vicente de Paul, como se designaban anteriormente las zonas electorales. Ghío fue una persona dedicada a la comunidad, y en los salones del Oviedo se realizaban reuniones sociales, tertulias literarias y hasta se estimulaba la educación de los niños del barrio, entre ellos los mucangueros, que eran los jóvenes que se dedicaban a retirar de las canaletas la “mucanga” (los restos del animal que no se comercializaban) para luego venderlos por unas monedas a fabricantes de jabón.

Ya hacia 1913, se construye la primera parroquia de la zona: San Vicente de Paul, en las tierras donadas por la familia Naón.

Posteriormente, en la década de 1930 se destacará el boxeador Justo Suárez, más conocido como “el Torito de Mataderos”, quien es considerado como el primer ídolo popular del deporte argentino.

El monumento al Resero, obra del escultor argentino Emilio J. Sarniguet, fue emplazado sobre la piedra fundamental en 1934, y hoy se lo puede apreciar en la entrada del Mercado de Liniers. Simboliza un homenaje al hombre de trabajo, el gaucho resero, que forjó la economía pecuaria argentina hasta la llegada del ferrocarril y del transporte automotor.

En materia económica, el barrio de Mataderos tuvo un quiebre con la llegada del Frigorífico y Matadero Municipal “Lisandro de la Torre”. Su puesta en marcha significó un gran adelanto en la faena del ganado. Allí se desempeñaba una gran cantidad de empleados y su desarrollo produjo años de apogeo y crecimiento, hasta que fue demolido en l981. La toma del establecimiento por parte de sus trabajadores, en 1959, fue otro hito emblemático del barrio.

Paralelamente, la instalación de frigoríficos, curtiembres, graserías, y demás industrias referidas al ámbito de la carne, trajeron al barrio progreso e incremento demográfico, a la par de enfatizar su singular perfil rural y tradicionalista.

Mataderos  pertenece a la Comuna 9, tiene una superficie de 7,6 km² y una población actual de más de 65 mil habitantes. Sus límites están comprendidos entre las avenidas Emilio Castro, General Paz, Eva Perón y Escalada. Es un barrio celoso de sus tradiciones, donde campo y ciudad se amalgaman manteniendo su cultura gauchesca, que le otorgan una identidad única en la Ciudad de Buenos Aires.

(*) Cañas es vecina de Mataderos y presidente de la Asociación Civil Foro de la Memoria de Mataderos forommataderos@yahoo.com.ar

Un barrio retratado en poesía

A tono con este nuevo aniversario, la poetisa local Ana María Sanchís, quiso rendirle homenaje a su barrio y le dedicó el poema “Mataderos”, que se transcribe a continuación.

Naciste “Nueva Chicago” a fines del diecinueve
y un rojo arroyo de sangre te surcaba la extensión.
Y así le quedó tu nombre a ese club de tus amores
que en escudo verde y negro, te representa, aún hoy.
Al albor del siglo XX, te llamaron por el nombre
que fue entre ciudad y campo orgulloso portador.
Y desplegaste la magia de tu esencia de arrabales
entre gringos inmigrantes, boyeros, ganado, sol.
Fue tu estatua del resero la guía, cual estandarte,
para vivir hermanados en trabajo y en amor.
Frente a él y su recova, se recortó el Bar Oviedo,
cobijo de los arrieros, pulperia en el lugar,
para dar a los paisanos provenientes del arreo
un resuello a la tarea, de su arduo trajinar.
Se te instaló el Salaberry sobre la avenida Alberdi,
para brindarle salud a todo trabajador.
Para educar a tus hijos florecieron las escuelas
y las fábricas pujaron, con su esfuerzo y su tesón.
Entonces se ensanchó el pecho de tu espíritu porteño
acercándose el progreso con cines en su esplendor.
Eran el Alberdi, El Plata, que plasmaban el futuro.
Y era un casi obligado, comer pizza en “El Cedrón”.
A pocas cuadras de ellos con sus tiendas y alegrías,
perfumadas madreselvas calle de tierra y zanjón,
donde un lechero pasaba comandado una tropilla
y la leche allí ordeñada, le imponía otro sabor.
Te recorrían tranvías que rumbeaban para el centro,
después fueron colectivos poblando tus avenidas,
para acercar al suburbio las luces de la ciudad.
Cicatrizaban tus calles ruedas de cientos de carros,
vendedores ambulantes sonaban su pregonar.
Y era el Parque Avellaneda, que antes te pertenecía,
con su trencito y vivero tu esmeralda respirar.
Florecían calesitas por doquier en las esquinas,
poblaban las sillas bajas el ocaso en las veredas
Y a los pibes en tus calles se los veía jugar.
Y hoy te veo barrio mío, tocado por el progreso:
con más rejas y edificios, más vorágine y tensión…
Pero en el fin de semana tu Feria de Mataderos
nos retrotrae al pasado, viviendo presente y hoy.
Une el campo y la ciudad: artesanos, sabor, arte,
jineteada, zamba, gaucho, malevo, tango y facón.
Para que nunca olvidemos que de eso estamos hechos
¡Que Federal es el pulso, de nuestra hermosa Nación!
¡Que hermanados nos unimos más allá de todo intento!
¡Que son muy férreos los lazos con su argentino valor!
Y que palpita en tu pecho: República de Mataderos
¡En azul celeste y blanco, teñido tu corazón!

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