Periódico zonal del Barrio de Liniers para la Comuna 9
April 25, 2024 1:27 pm
Cosas de Barrio

Cuando la ilusión pega en el poste

“No, acá no vive ningún Rubén”, se limita a decir una voz de mujer desde el otro lado de la puerta. La casa luce inmaculada, y aunque guarda la estructura simple de las demás de la cuadra, la pulcritud la distingue. Claro que aquel frente oscuro recién pintado, con puerta y ventanas enrejadas, nada tendrá que ver con el de la casa que habrá habitado Rubén, allá por mediados de los 70’, cuando esa dirección de Palmar 6439, a metros de Tonelero, quedó eternizada en uno de los arcos del mismísimo Monumental.

Hoy, 45 años después, golpeo a la puerta para intentar conocer más detalles de aquella historia, saber de su protagonista, indagar; al fin y al cabo, la típica obsesión del periodista por querer echar luz allí donde el tiempo envuelve de intriga al pasado.

Pero para eso es necesario empezar por el principio. Habrá que remontarse entonces al 14 de agosto de 1975, cuando River logró romper la racha más negra de su historia. Aquella desapacible noche de invierno, después de 18 años que incluyeron once subcampeonatos, un improvisado equipo de Ángel Labruna le ganaba 1-0 a Argentinos Juniors con gol del ignoto Rubén Bruno, para consagrarse finalmente campeón del Metropolitano.

Aquel grito millonario estaba ahogado no sólo por la sequía de títulos, sino también por la incertidumbre que generaba un hecho insólito: a dos fechas para la conclusión del certamen, Futbolistas Argentinos Agremiados había decretado una huelga general, y River debió jugar aquel trascendental encuentro con juveniles. Ni el Beto Alonso, ni el mariscal Perfumo, ni Carlos Morete, ni el mismísimo Pato Fillol estuvieron presentes aquella noche, y la ilusión de los hinchas riverplatenses amagaba con volver a convertirse en calabaza. Un par de días antes, Labruna habló con Federico Vairo, DT de Inferiores, y juntos armaron un equipo de jóvenes desconocidos, con la compleja misión de atesorar el sueño de los hinchas y transformarlo en realidad. La historia dirá que una fecha más tarde, los profesionales retornaron y pudieron festejar ante Racing (2-0) en el Monumental. Para entonces, los chicos que le ganaron al Bicho fueron tildados de “carneros”, por haber saltado a la cancha aquel día y luego pasaron al ostracismo en el mundo del fútbol.

Pero volvamos a aquel partido y al devenir de los hechos tras el pitazo final. Casi como una paradoja del destino, aquella victoria se vivió en la cancha de Vélez, que aún no se había aggiornado como futura sede del Mundial. Los festejos, sin embargo, no tardaron en trasladarse rápidamente de Liniers a Núñez, donde los hinchas de River colmaron las tribunas del Monumental y muchos de ellos, incluso, invadieron el campo de juego. Pero entre los abrazos y la interminable vuelta olímpica, un vecino de Liniers decidió plasmar su deseo allí donde tantas veces su ídolo le había ahogado el grito de gol a los rivales de turno. Tomó -tal vez- una moneda del bolsillo del pantalón, y descascarando la pintura, escribió en la mitad del poste izquierdo: “Pato, vení a mi casa. Palmar 6439 (Liniers). 14/8/1975. Por favor, Rubén. River Campeón 1975”.

Aquella “pintura rupestre” tallada en el caño fue registrada por un reportero gráfico, y la foto salió publicada unos días más tarde en la mítica Revista Goles. Pero el Pato nunca acusó recibo, al menos hasta ahora. A fines de enero pasado, la cuenta oficial del Museo de River compartió aquella imagen y finalmente –más de 45 años después- el emblemático arquero contestó a través de su cuenta oficial de Twitter: “Hola, Ruben! Recién veo el mensaje. Abrazo del alma!”. El posteo recibió más de 3 mil me gusta y unas 300 réplicas.

Ahora quien no responde es Rubén, cuyo paradero se desconoce por completo. Por eso estoy del otro lado de la puerta de Palmar 6439. La voz de la mujer me dice que no lo conoce, que no sabe quién es. Y cuando surge la necesidad profesional de indagar más, opto por agradecer y despedirme, porque a veces la ilusión es la mejor receta para abrigar las esperanzas.

Lic. Ricardo Daniel Nicolini

cosasdebarrio@hotmail.com

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