Periódico zonal del Barrio de Liniers para la Comuna 9
April 26, 2024 10:23 am
Cosas de Barrio

El artesano del papel con tinta

Tony Tavella lleva treinta años como canillita, la mayoría en la esquina de Patrón y Lisandro de la Torre

Tony es artesano. Se da maña para trabajar la madera y su especialidad son los muebles de caña. Sin embargo, desde hace treinta años su vida pasa por el papel, y no porque se le haya animado al origami, sino porque se gana la vida en una parada de diarios y revistas. “El 1° de diciembre van a hacer 24 años que estoy acá, en Lisandro de la Torre y Patrón”, remarca con orgullo Antonio Alberto Tavella, o simplemente Tony, para sus amigos, vecinos y clientes (que en todo caso son más o menos lo mismo).

“Empecé en esto en un puesto de Ramos Mejía cuando tenía 22 años por un amigo de mi papá. Ahí estuve seis años y después ya me instalé acá”, cuenta el hombre de 52 años y hasta se atreve a asegurar que “este trabajo no lo cambio por ningún otro, me gusta la calle”.

Claro que ese disfrute también exige un esfuerzo. “Me levanto bien temprano”, explica, y cuenta que primero hace el reparto y recién después abre el puesto. “Entre las 6 y las 7 y pico llevo los diarios a las casas y ya después me vengo para la parada. Tengo abierto hasta las 14”.

– ¿Es segura esta zona del barrio?

– Sí, tenemos un grupo de tres policías que son muy buena gente y trabajan mucho. Hace cuatro ó cinco años que pasan Camila, Yamila y Maximiliano. La gente los quiere, pasan caminando, hacen la ronda y los saluda todo el mundo.

Tony dice que “lo lindo del reparto es la confianza que uno va generando en la gente”. Y le sobran argumentos para sostener sus palabras. “Cuando les tiro el diario un poco más tarde de lo habitual, me dicen con picardía ‘¿Qué pasó? ¿Te quedaste dormido?’. Y yo me río. Lo que no saben es que capaz que me demoré porque me quedé charlando con un vecino que me convidó un mate”.

Esa confianza también se replica en favores. “Cuando algún vecino se va de vacaciones –explica- me pide que cada tanto le mire la casa. O si se tienen que ir de urgencia me dejan las llaves para que un hijo las pase a buscar por el puesto”. También le ha tocado difundir la pérdida de alguna mascota o celebrar su hallazgo. E incluso se ha topado con las puertas abiertas de alguna casa y la obligación de tener que llamar a la Policía ante la sospecha de un robo. “El cliente agradece la acción. Sabe que la solidaridad entre los vecinos es moneda corriente en esta parada”, sostiene Tony y asegura que “lo mejor de este laburo es el contacto con la gente en un barrio que es hermoso, las charlas, la amistad que hicimos con todos”.

Tan estrecho es ese vínculo, que es casi imposible ir al puesto de Tony y encontrarlo solo. “Osvaldo, Juan Carlos y Juan me acompañan todos los días, siempre están de buen humor y la verdad es que la pasamos genial, aunque a veces nos acordamos de los que se fueron de gira”, asegura, antes de invitarlos a posar para la foto. A ellos se les suman los vecinos y los comerciantes linderos, a quienes indefectiblemente, Tony les presta la oreja. “Soy un poco psicólogo, me cuentan de todo, cosas lindas y de las otras, yo los escucho con atención y siempre les doy una palabra de aliento”.

– Y además me imagino que tendrás que responder las preguntas de los peatones ocasionales…

– ¡Claro! Si cobrara por responderlas sería rico. Me preguntan por los colectivos, por la cantidad de cuadras para llegar a tal lado, cómo hacer la combinación con el subte, por dónde se entra al hospital, y hasta me piden información sobre el barrio, cuando están por comprar o alquilar acá.

Pero si se lo consulta por lo peor de su jornada laboral, no duda en destacar la cercanía del puesto con el hospital Santojanni.

– ¿Por qué? ¿Se ven cosas feas?

– Claro. Se ve de todo. Es triste ver casi todos los días llegar un helicóptero al helipuerto que está en Pilar y Patrón con alguna persona herida. Y durante la pandemia fue peor. Era terrible ver a los familiares llorando en la escalinata central del hospital, sobre la calle Pilar, y la gente que venía al kiosco preguntando por una cochería. O los que protestaban porque no les dejaban entrar a ver a sus familiares. Es horrible pensar que no podían despedirse de sus seres queridos. Pero además fue muy duro ver de cerca las agresiones físicas y de palabra que sufrió el personal del Santojanni. A veces venían de mala forma hablando mal de los médicos y enfermeros, y la verdad que es muy injusto, porque yo estuve muchos años vendiendo adentro y se cómo son. 

Más allá de ese costado amargo, la cercanía con el hospital también es una fuente de clientes. “Viene gente de todos lados –cuenta- y muchas veces se acercan a buscar un diario o una revista. Hay gente que pide que le guarde alguna colección, como un señor que viene de San Martín para eso”.

Sin embargo, Tony es testigo de la caída en las ventas que el sector de los canillitas viene arrastrando desde hace años. “En una época –recuerda- voceando en la esquina vendía cien diarios Clarín, pero desde 2010 la venta decayó mucho. Actualmente, en mostrador vendo unos treinta diarios por día”. Además, con la pandemia, las revistas más vendidas como Pronto, Paparazzi o Gente, dejaron de llegar. “Hoy la que más sale es Semanario, porque es la más barata, debo vender unas diez por semana, después le siguen Caras y Olé. Pero eso sí, el diario que más sale es Cosas de Barrio”, remata a pura sonrisa.

Y ante esa notable baja en las ventas, Tony se vio obligado a anexarle otros rubros al puesto. “Vendo juguetes, llaveros, tarjetas SUBE, despertadores infantiles y, en verano, hasta cosas para la playa, me tuve que ir reinventando, no queda otra…”. Por eso cuenta que, aunque antes se quedaba hasta las 18, “hoy en día no vale la pena tanto sacrificio porque no se vende nada. Igual tengo esperanza de que todo mejore, la esperanza no hay que perderla nunca”.

Como sea, a este artesano del papel con tinta le encanta su trabajo y piensa jubilarse como canillita. Pero eso sí, no se imagina legándole el oficio a sus hijos. “Tengo tres –dice- pero a ninguno le gusta esto. Tengo ilusión que a lo mejor al de 15 le termine gustando. De hecho a veces viene y me acompaña, pero lo veo difícil…”.

Josefina Biancofiore

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