El ancestral respeto andino por la madre tierra

Durante el mes de agosto se celebra la ceremonia de la Pachamama.
Por la Lic. Graciela Godoy de Sadorín
La Pachamama o Madre Tierra, es sin dudas la más popular de las creencias mitológicas que aún sobrevive con fuerza en numerosos lugares del norte de nuestro país y en la región andina, como Perú, Chile y Bolivia.
La Pachamama o Madre Tierra, es una deidad venerada que por un lado representa a la fertilidad y por el otro a la naturaleza en su totalidad. En ese sentido, es considerada una fuerza femenina que nutre, protege y sustenta la vida en la Tierra.
El término Pachamama proviene de las lenguas quechua y aymaras, y significa “Madre Tierra”. La Pachamama viene a simbolizar el espacio y el tiempo, la Pacha, y la Mama, la naturaleza. Nosotros, como individuos, estamos conjugados en ese transitar del espacio, el tiempo y la naturaleza. Allí confluyen los cuatro elementos indispensables para la vida: el aire, el agua, el fuego y la tierra.
La ceremonia de la Pachamama consiste en ofrendarle, agradecerle al universo, a la tierra, eso que hemos producido. Hoy, obviamente, aquel legado ancestral ha sufrido algunas transformaciones, pero en esencia no deja de ser un agradecimiento.
El Día de la Pachamama se celebra el 1° de agosto debido a su vínculo con el ciclo agrícola y el calendario andino, aunque también se extienden a lo largo de todo el mes. Las principales ceremonias en honor de esta celebridad telúrica se realizan al inicio de la siembra y la cosecha de cultivos, y en torno a cuestiones relacionadas con la hacienda de ganado.
Su culto, arraigado en la cosmovisión andina, implica rituales de agradecimiento y ofrendas a la Tierra, que se realizan especialmente a lo largo de todo el mes de agosto, donde se rinde homenaje con challas (ofrendas) y agradecimiento por las cosechas y la abundancia.
Todos los años, mucha gente viaja entusiasmada para asistir a los festejos de este importante evento realizado en la localidad tucumana de Amaicha del Valle -donde habita una importante comunidad del pueblo calchaquí- con el fin de vivir en carne propia la celebración más antigua de los Valles Calchaquíes. El festival no es solamente celebrado por los pueblos originarios. Allí confluye una combinación de música folklórica, la gauchesca, los alimentos regionales -tales como locros, empanadas y tamales- y bebidas fuertes, que permiten festejar con algarabía a los asistentes curiosos, todo en un mismo sitio. La Pachamama pide para su honra harina, hojas de coca, vasijas de barro, albahaca, cerveza, chicha, alegría, mucha y de la buena. Dentro del hoyo de la tierra se arrojan estos alimentos (la “corpachada”) y “se le da de comer” a la Madre Tierra.
Es conmovedor detenerse a observar cómo desde hace tanto tiempo los pueblos primitivos vienen venerando con mucho respeto y adoración a nuestro planeta. Sin embargo, actualmente son muchos los que tienden a olvidarse de esos principios y valores y no dudan en contaminar la Tierra con el avance de la tecnología y el descuido del medioambiente.
(*) La Lic. Godoy de Sadorin es profesional del CONICET, Química (UBA) y
Máster Comunicación, Científica, Médica y Ambiental (Univ. UPFARMA Barcelona).
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