Cuando las casas se calentaban con estufas a kerosén

El recuerdo del paisaje barrial de antaño durante los crudos meses de invierno.
Por Daniel Aresse Tomadoni (*)
Sin dudas los recuerdos de Liniers no conocen momentos ni estaciones del año. Pero con los comienzos del otoño y el invierno, al llegar los primeros fríos, más allá de bajar la ropa de invierno de los placares y pertrecharnos con la indumentaria necesaria, suelen desempolvarse también algunas vivencias…
Por entonces, ya limpios y guardados los ventiladores, solían hacer su aparición todos los sistemas de calefacción de la casa. Al comienzo, el elemento fundamental era el kerosén, ya que gran parte de nuestras estufas dependían de ese líquido rojizo y con un olor especial. Recuerdo que se vendía suelto en uno de los almacenes cercanos a casa. Y con el arribo de las estufas de este tipo -ya fueran a velas o por goteo- y alguno que otro calentador, llegaban las recomendaciones de todos los años de nuestros padres: “no jugar con el triciclo en los ambientes donde funcionaban estos artefactos, no tocar la estufa encendida, no jugar con los pistones de bombeo ni con la válvula de descarga”, etc. Debo confesar que, en esa dinámica infantil de desafiar el peligro, varias veces pasaba a gran velocidad por el living de casa a toda carrera con mi triciclo a centímetros del calentador encendido.
Estos artefactos contenían camisas, mechas, velas, que había que mantener en óptimas condiciones para no terminar asfixiados por la mala combustión, y si el dueño de casa no contaba con la habilidad para ello, se recurría a los locales que se dedicaban a la venta y reparación de estos artefactos, un trabajo verdaderamente artesanal.
Un local que hasta el día de hoy permanece abierto es Repuestos San José, que por años funcionó en Cosquín casi esquina Ramón Falcón. En ese pequeño lugar se conseguía todo tipo de repuestos y, además, se reparaba de todo: desde un secador de pelo hasta un calefactor. Hoy se encuentra a la misma altura de la cuadra, pero sobre Lisandro de la Torre, a metros de Rivadavia.
Pero si de calefacción hablamos, muchos fueron los locales dedicados al rubro. Un clásico fue Casa Martulli, en el pasaje José de Paula y Rodríguez Alves y Peribebuy. Allí contaba no sólo con todo tipo de artículos para la instalación de redes de gas, sino también vendía cocinas, calefones y estufas, tanto a gas como a kerosene. Por su parte otra de las grandes casas de ese tipo fue un local sobre la calle Montiel, entre Rivadavia y Falcón, que no sólo vendía repuestos, sino que en sus vidrieras exponía enormes quemadores, anafes y otros elementos en hierro, sumado que era el concesionario de la marca Spar.
A la hora de cambiar las estufas o ampliar la dotación en la casa, a pocos metros de la avenida General Paz, en Ramón Falcón del lado de Ciudadela, un enorme local contaba con un surtido variado de todo tipo de calefactores a gas y hasta espectaculares leños de la marca San Sur. Por su parte, Casa Repetto, a metros de la barrera de Cuzco, fue sin dudas la que más se especializó en este rubro con una amplia variedad de marcas. Cerca de allí, sobre Rivadavia, el corralón de Adelqui Piatti, ofrecía al público, además de materiales para la construcción, calefactores a gas en diversos tamaños y calorías. De todas maneras, el resto de las casas de artículos para el hogar contaba también con elementos para paliar el invierno: Piseki, Frávega, Bolotín Confort, Ozores, Muebles Edison, Barba Hermanos, Formihogar, Bumar, Sanargo, por mencionar algunas.
Lo cierto es que un día, a aquellas estufas y calentadores a kerosén que impregnaban con su fragancia (si se le agregaba un tarrito con hojas o frutos de eucaliptos en la parte superior, más todavía) les llegó la jubilación. Recién entonces fueron reemplazadas por modernos calefactores a gas de infrarrojos, sin olor y más limpios. Atrás quedaron los recuerdos de esos días de otoño e invierno, cuando a la hora de calefaccionar la casa, Liniers contaba con una amplia oferta de locales y productos para tal fin.
Hasta la próxima y muchas gracias por permitirme compartir estos recuerdos con ustedes.
(*) Aresse Tomadoni es director general de “Relatos del viajero” y “Épocas del mundo” que se ofrecen a través de Youtube
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