Casi cuatro de cada diez encuestados carece de un trato habitual con sus vecinos

Así lo expresan los resultados de la última encuesta digital de Cosas de Barrio
De acuerdo con la opinión de la gente que durante el último mes participó de la encuesta digital que Cosas de Barrio realizó en su sitio de Internet (www.cosasdebarrioweb.com.ar), el 36 por ciento de los votantes aseguró que no mantiene un trato habitual con ningún vecino de su cuadra; otro 32% afirmó tratarse en forma periódica con entre dos y cinco vecinos; un 16% señaló tener un vínculo habitual con entre cinco y diez vecinos; un 12% dijo tenerlo con más de diez; mientras que el 4% restante indicó tener un trato habitual con un vecino de su cuadra (ver gráfico).
En esta nueva edición de la encuesta digital realizada vía Internet por este medio, participaron un total de 1.963 vecinos.
Los cambios de la fisonomía barrial producidos en los últimos años, no sólo han impactado en la geografía tradicional y característica de cada reducto porteño, sino que también afectaron de manera directa la idiosincrasia del barrio y sus vecinos. Tal vez el elemento distintivo de ese cambio en el genotipo barrial esté dado por la construcción desmedida de edificios, que en lo que va del siglo XXI viene alterando de manera considerable la esencia de la dinámica barrial y las relaciones entre sus vecinos.
Pero no sólo eso. Las costumbres culturales también han cambiado y hoy prevalece una “cultura del encierro y el individualismo”, amparada por un lado por el imperio de los soportes digitales, y por el otro, por el avance de la inseguridad. Hoy resulta habitual optar por “maratonear” series frente a la pantalla del televisor o pasar horas enteras husmeando vidas ajenas en redes sociales, en lugar de compartir una tarde en la plaza o hacer las compras en los comercios del barrio, las mismas que suelen simplificarse en un hipermercado o un shopping. Claro que los casos de inseguridad en sus múltiples variantes -que se replican hasta el hartazgo en los noticieros y canales de noticias- también colaboran con la causa…
Y en esa arrasadora dinámica milenial, donde la mayoría de la gente no sabe quién habita del otro lado de su medianera, resulta casi milagroso concretar un intercambio entre vecinos o, aunque más no sea, verse las caras. Es cierto que, en muchos casos, ese intercambio se reduce a un eventual viaje compartido en ascensor, que por lo general suele ser silencioso y distante, o -lo que es peor- a la pasmosa fluidez de una reunión de consorcio.
Ese trato casual -por lo general frío y esporádico- contrasta a todas luces con el vínculo estrecho que solía dominar las relaciones intervecinales hasta finales del siglo pasado y que se fue diluyendo con los años. Hasta la terminología de entonces pasó a ser parte del conglomerado de recuerdos. Frases como “salir a dar la vuelta del perro” o “sacar la silla a la vereda”, claros sinónimos del intercambio vecinal, hoy no son más que imágenes aisladas de un pasado cercano, pero a la vez lejano en el dinámico avance de la “cultura del encierro y el individualismo”.
Sin embargo, la pérdida de ese contacto diario y habitual con los vecinos de la cuadra trajo aparejadas una serie de consecuencias que no hicieron más que dilapidar los lazos comunitarios. En ese sentido, la pérdida más notoria sea tal vez la disolución de vínculos solidarios, basados esencialmente en el afecto. Ante un caso de necesidad, era el vecino de al lado quien solía asistir a su compañero de cuadra, en el marco de una relación recíproca que, por lo general, solía extenderse a las nuevas generaciones.
A partir de allí también se fue socavando el avance de acciones conjuntas tendientes a concretar proyectos comunitarios en materia de espacio público, por ejemplo.
En ese marco que hoy nos domina, casi cuatro de cada diez participantes de esta encuesta aseguran no tener trato con ningún vecino de su cuadra. Una verdadera puñalada al tejido social de la comunidad barrial, que se desangra lentamente ante la fría mirada de quienes la componen, aunque se resguarden en la seguridad de las cuatro paredes de su departamento.
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