Periódico zonal del Barrio de Liniers para la Comuna 9
September 29, 2025 5:27 am
Cosas de Barrio

En medio de la niebla, Vélez hizo brillar una nueva estrella

El equipo de Guillermo Barros Schelotto se impuso por 2 a 0 a Estudiantes de La Plata -con goles de Tomás Galván y Braian Romero- y se alzó con la Supercopa Internacional. La final, que enfrentaba al líder de la tabla anual (Vélez) contra el ganador del Trofeo de Campeones (Estudiantes) se disputó en medio de la niebla en el Estadio Libertadores de América – Ricardo Enrique Bochini. Con esta victoria, el Fortín obtuvo su título número 18 -el primero con Guillermo como DT- y se consolida como uno de los clubes más ganadores del fútbol argentino.

La noche en Avellaneda fue rara desde el minuto uno. Hacía frío, la niebla no dejaba ver bien y el ambiente estaba cargado, como si todos supieran que no era un partido más. Y no lo fue. Porque Vélez venía golpeado y tenía una cuenta pendiente. Porque a este equipo, al que muchos miran de reojo, le urgía una alegría. Y la tuvo: ganó con inteligencia, autoridad, se hizo fuerte cuando había que hacerlo y festejó como se festejan las cosas que cuestan.

El primer tiempo fue bastante flojo. Mucha lucha, poco juego. Se notaba que había tensión. Estudiantes arrancó un poquito mejor, tuvo las chances más claras (un remate de Meza que desvió con maestría Tomás Marchiori, algún cabezazo sin fuerza, un tiro libre con destino de susto), pero tampoco fue una locura. Vélez aguantó bien, sobre todo con Emanuel Mammana y Valentín Gómez atrás, que se hicieron enormes. En ataque, poco y nada, apenas un tirito de Maher Carrizo y no mucho más.

Sin embargo, todo cambió en el segundo tiempo. La niebla se metió de lleno en la cancha y ahí, como si fuera un guiño del destino, Vélez empezó a ver todo más claro. A los 7’, Braian Romero logró desbordar por el sector izquierdo y sobre el borde del área tiró un buscapié perfecto que encontró a Tomás Galván entrando solo, para que este, de primera, definiera frente a Muslera para poner el 1 a 0. Golazo y explosión de alivio en todo el banco fortinero y en la cabecera opuesta, donde estaba la parcialidad velezana, que creyó ver la pelota sacudiendo la red del arco de enfrente y estalló en un solo grito.

Estudiantes se desordenó, perdió claridad y empezó a chocar contra su propia ansiedad. Y cuando peor la pasaba, Vélez volvió a golpear. A los 28’, luego de una contra rápida, el rebote le quedó a Romero, que definió de primera y puso el 2 a 0. Partido liquidado.

Sobre el final, ya con todo definido, Edwin Cetré se fue expulsado a los 45+4’ por una agresión evitable. Roja directa y cierre caliente para un partido que ya tenía dueño.

Fue el título número 18 de la rica historia fortinera, pero significó mucho más que una estrella. Se notó que este grupo necesitaba esta consagración. Para tapar bocas, para borrar fantasmas, para sentirse otra vez importante. Lo gritó con alma y vida el cuerpo técnico, los jugadores y la gente.

Y no fue casualidad. Porque más allá de que el juego no brilló, Vélez fue más inteligente, más práctico, más sólido. Supo cuándo esperar, cuándo pegar y cuándo cerrar el partido. Y eso también es saber jugar finales. La niebla tapó un montón de cosas, pero no el hambre de gloria. Esa se notó desde el primer minuto. Y se gritó con el alma al final.

Ahora, con la copa ya en casa y el ánimo por las nubes, Vélez tendrá su debut en el campeonato local el próximo lunes 14 de julio, cuando reciba a Tigre en Liniers desde las 21:15. Por de pronto, la ilusión ya arrancó con el pie derecho.

Agustina Guadagno

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