Periódico zonal del Barrio de Liniers para la Comuna 9
September 28, 2025 7:37 am
Cosas de Barrio

Rincón de letras

Una vez más le damos lugar a esta sección, dedicada a dar rienda suelta a la creatividad literaria de nuestros lectores. En esta oportunidad publicamos un relato narrado con maestría por la vecina Inés Lucía Vendramín, que invita a sumergirse en la situación de una familia y su personal de servicio. “El piano” pinta el contraste entre dos realidades sociales, con un piano de cola como elemento disparador, que de pronto se transforma en la cálida guarida de un nuevo integrante de la familia.

De esta forma, aquellos lectores que deseen remitir sus escritos literarios a esta redacción –en formato de cuento, relato o poesía- para ser publicados en este espacio, podrán hacerlo vía mail a cdebarrio@hotmail.com o de manera postal a Rivadavia 10718 7º Piso Dpto. 34 (1408) Ciudad de Bs. As. El único requisito es que la historia transcurra en algún punto de nuestra entrañable geografía barrial.

El piano

Era temprano. Una joven niñera de elegante uniforme paseaba al bebé madrugador por las arboladas calles de Barrio Naón. Sabía hacerlo sonreír cantándole en inglés o en francés con voz tan dulce como si fuera hijo suyo.

El contraste habría llamado la atención a otros ojos: pasos de prisa, se dirigían a sus respectivos trabajos por las iluminadas calles. Desentonaban las humildes ropas, pese a esmeradas manos nunca ociosas, ni atrapadas en el celular.

Por fin Elda tenía un trabajo, era feliz sin importarle el largo trayecto diario desde la villa dónde vivía.

Su patrona hacía las tareas a la par de ella, se sentaban a la misma mesa, los niños la querían; fue un miembro más de la familia durante años.

Un día, los jóvenes ya sin su madre, pidieron la opinión a Elda sobre la propiedad: se puso en venta.

–  Elige para ti un recuerdo perdurable –le dijeron. Será una separación amorosa.

Evocó: “Mi niñez en Entre Ríos, piano de cola”.

Dijo – Si les parece, el piano “una cara conocida”.

La villa, agrupación de casas color tierra, la miraron con recelo.

Se volvió loca –decían- para tener semejante regalo se habrá convertido en…

¡Seguro! ¡Sin duda! – y le retiraron el saludo.

El piano ocupó todos los centímetros del dormitorio. Puso el colchón debajo, en el suelo. El problema eran los tres pedales: se tenía que retorcer en tirabuzón para poder acostarse. A la mañana estaba entumecida, pero acariciaba el ya escaso brillo de las maderas exóticas, como consolándose de su soledad amarga.

¡Ay! No era menor la suya.

El hijo: el accidente quedó para siempre en el cuerpo… Consuelo inútil el alcohol…

Cólera tranquila la primera copa. Bronca en aumento las siguientes, maldecir hasta caer rendido…

Crujió el sueño una noche, otra noche, la tercera lo rompió el golpe insistente: un bebé, de pañales, dejado en la puerta: se miraron fijo.

Levantó la tapa del piano, puso dentro unos cuantos trapos hasta que le pareció mullido y acostó al gurisito.

– ¡Diablos! Dormí ¡Vaya contigo!… ¡Qué diablos!…

Lo observó con fastidio y le dijo:

– La vieja estiró la pata hace añares, tal vez no esté muerta, así que ¡ojo! te quedas bien calladito.

Inés Lucía Vendramín

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