Periódico zonal del Barrio de Liniers para la Comuna 9
September 28, 2025 7:06 am
Cosas de Barrio

Una visita al parque jurásico porteño

A poco de cumplirse un siglo de la colocación de su piedra fundamental, el Museo de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia” sigue acaparando la atención de los porteños en su emblemática sede del Parque Centenario. Un recorrido inolvidable por el corazón de nuestras especies y nuestros recursos naturales, que vale la pena conocer y disfrutar.

Por la Lic. Graciela Godoy de Sadorín (*)

En el barrio de Caballito se encuentra un baluarte para la ciudadanía: el Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia”. Sito en Patricias Argentinas y Ángel Gallardo, es considerado el más importante de Latinoamérica en su rubro. Desde junio de 2023, su destino lo dirige el Dr. Luis Capozzo, quien se ocupa de crear nuevas salas en la institución, apoyado por la vicedirectora, Dra. Laura de Cabo, con quien trabajé en años anteriores en su división.

Desde el año 1992 pertenezco a esta emblemática institución en la que comencé trabajando en proyectos de saneamiento de las aguas de los ríos Matanza y Reconquista. Actualmente me desempeño publicando artículos de divulgación científica con temas relacionados a las ciencias naturales, y a su vez me ocupo de la difusión y divulgación de las actividades realizadas en nuestra casa, con mucha dedicación y satisfacción.

Los que formamos parte del plantel del museo, continuamos con estos objetivos basados en la comunicación del patrimonio natural y cultural de nuestro país a través de las colecciones, la investigación y las salas de exposición.

Un museo con más de dos siglos de historia

El 27 de junio de 1812 el Primer Triunvirato, asesorado por Rivadavia, invitó a los comandantes del interior a hacer acopio de materiales para la construcción de un museo de historia natural en la capital de la Argentina.

El 31 de diciembre de 1823, Rivadavia, ministro de gobierno de Martín Rodríguez, ordenó acelerar la instalación del “Museo del país” en todos los ramos de la historia natural, instalándose en una de las celdas altas del Convento de Santo Domingo.

Cinco años más tarde, el naturalista francés Alcides D’Orbigny comenzó a realizar trabajos en el museo. El 21 de febrero de 1862 el sabio alemán, Germán Burmeister fue designado director general del Museo Público de Buenos Aires por decreto de Bartolomé Mitre, cargo que ocupó durante treinta años.

En su reemplazo, quedó Carlos Berg como director sustituto, destacado entomólogo que se desempeñó en la cátedra de zoología de la Facultad de Ciencias Naturales.

El primer director argentino del museo fue el prestigioso paleontólogo Florentino Ameguino, nombrado el 19 de abril de 1902, reconocido por el mundo científico e internacional. Tras su fallecimiento asumió como director el Dr. Ángel Gallardo, el 15 de abril de 1912.

En 1923, festejando el centenario de su fundación, el presidente Marcelo Torcuato de Alvear denominó al museo con el nombre del fundador, Bernardino Rivadavia, y decidió construir su nueva sede en los terrenos del Parque Centenario. El 31 de diciembre de 1925 fue colocada la piedra fundamental y se iniciaron las obras.

En 1928 se inauguró la Estación Hidrobiológica de Puerto Quequén, dependiente del Museo, para la investigación oceanográfica.

Concluido el edificio en su ubicación actual en 1937, el Museo se instaló con mayor amplitud dejando definitivamente los viejos locales de la Manzana de las Luces y de la Plaza Monserrat.

Otro hecho a destacar es que el 4 de diciembre de 1948 se creó el anexo del Museo del Instituto Nacional de Investigación de las Ciencias Naturales. A partir de 1971 ejerció la dirección el Dr. José María Gallardo, quien continuó fielmente con las premisas que signaron su creación hasta 1994. Es importante destacar que desde hace varios años el museo depende directamente del CONICET y, por lo tanto, se lograron amplias mejoras en la creación de salas y actualización de colecciones en todas las áreas.

Una tarde en el museo

El área principal del museo se concentra en la Sala de Paleontología. Allí se encuentran los esqueletos de diversos dinosaurios y se concentran atractivas actividades para los más pequeños. Es, sin dudas, la sala predilecta de los niños. También se destaca por su riqueza natural la Sala de Aves, prestigiosa por la muestra tan bien lograda de decenas de aves embalsamadas y con mecanismos novedosos para oír sus trinos. Esta sala es única en el mundo por sus características.

Asimismo, otro ámbito imperdible es la Sala de Invertebrados, que ofrece múltiples ejemplares que van desde estrellas de mar hasta caracoles exóticos. A ella se suman la Sala de Mamíferos, habitada por simios, osos, lobos y felinos de diversos tamaños; y la Sala de la Tierra y la Astronomía. Finalmente, luce por su singularidad la recientemente inaugurada Sala del Agua, que incluye una demostración muy bien lograda de ese compuesto fundamental para la vida. Asimismo, en ocasiones los visitantes pueden disfrutar también del Salón Auditorio, donde se brindan interesantes charlas educativas para jóvenes en vacaciones de invierno, entre otras actividades. Más info en: https://www.macnconicet.gob.ar/

(*) La Lic. Godoy de Sadorin es profesional del CONICET, Química (UBA) y Máster Comunicación, Científica, Médica y Ambiental (Univ. UPFARMA Barcelona).

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