¿No hay nada que festejar?

El 18 de diciembre próximo el barrio de Liniers estará cumpliendo 150 años de vida, los mismos que habrán pasado desde que en esa fecha de 1872 se inaugurara oficialmente el apeadero que años más se convertiría en la Estación Liniers, en torno a la cual se fuera gestando esta populosa barriada del oeste porteño.

Sabido es que 150 años -un siglo y medio- no se cumplen todos los días. Pero cuando se trata de un barrio la cifra es aún más elocuente, porque incluye cientos de miles de historias tejidas y pergeñadas por sus vecinos, sus instituciones, sus comercios, sus calles, sus personajes y sus paisajes a lo largo de tantos años.

Es cierto que, para algunos, el barrio no es más que el lugar que le brinda el contexto a la casa familiar y les impone a sus integrantes un marco de convivencia entre quienes comparten ese núcleo urbano. Para otros, que recién desembarcan en su geografía, significa el encanto de lo desconocido con todo por descubrir, y entonces sus calles, sus plazas y sus vecinos se transforman en nuevos desafíos y tesoros por conquistar. Pero también estamos aquellos para los que un barrio es un conglomerado irrepetible de mojones de historias y aventuras, en el que en cada rincón se proyectan diapositivas de vida, capaces de elaborar una completa biografía, tan fiel como entrañable. Más aún, es también el ámbito de pertenencia de distintas generaciones familiares, que fueron testigos privilegiados de su crecimiento.

Sin embargo, no son muchas las entidades locales que -como ocurría hasta hace algún tiempo- se preocupen en convocar a los vecinos en torno a este aniversario tan singular. Apenas la Junta de Estudios Históricos de Liniers y el Centro de Comerciantes local (Ce.Co,VIP) son quienes cada año organizan algún festejo, con la intención vana de sumar voluntades. Dos entidades que, como tantas otras a nivel local, carecen de un trato directo que les permita coordinar un festejo conjunto y mancomunado.

En esta oportunidad, la Junta dará el puntapié inicial con la realización del III Congreso de Historia del Barrio de Liniers, a desarrollarse el 24 de septiembre próximo, mientras que el Centro de Comerciantes organizará alguna jornada alusiva, que aún resta confirmar, con el apoyo de Fecoba. Del resto de los clubes, asociaciones de fomento, parroquias, entidades educativas y diversas instituciones locales aún se desconoce su intención de concretar algún festejo.

Pero lo más llamativo es que la Comuna 9 -dependencia directa del Ejecutivo porteño en la zona, entre cuyas atribuciones concretas derivadas de la Ley de Comunas (1.777) se encuentra la organización de los festejos por los aniversarios de los barrios que la componen- parece desentenderse por completo de esta celebración que, paradójicamente, casi coincide en el almanaque con la finalización del año en materia administrativa.

Una actitud que, sin embargo, no contrasta en absoluto con la demostrada en años anteriores, cuando los integrantes de la Comuna 9 tampoco movieron un pelo para coordinar, incentivar o, al menos, sumarse a los eventuales festejos por el aniversario del barrio de Liniers.

Algunos dirán que aún faltan unos meses para el 18 de diciembre, pero ¿No es momento de movilizar a los vecinos? ¿De convocarlos a la organización de los festejos? ¿De contactarse con el Ministerio de Cultura para planificar un festival al aire libre con la participación de artistas consagrados oriundos de Liniers, tales como Pedro Aznar, Marilina Ross, Gustavo Cucho Parisi o Darío Volonté?

De los integrantes de la Junta Comunal 9, sólo Hernán Poggi -el único perteneciente a Liniers- demostró entusiasmo en la organización de algún festejo. Aunque tal vez el presidente, Maximiliano Mosquera Fantoni, ya tenga algo encaminado y aún siga siendo un secreto bien -muy bien, demasiado- guardado…

Lic. Ricardo Daniel Nicolini

cosasdebarrio@hotmail.com