De carne somos
El recuerdo de las carnicerías de barrio en el Liniers de los años 60’ y 70’
Por Daniel Aresse Tomadoni (*)
Si hay un rubro que siempre se mantuvo vigente en el barrio fue el de las carnicerías. Tal vez por la cercanía geográfica con los mataderos, estos locales proliferaron casi siempre ubicados en las esquinas y, curiosamente, a pocas cuadras unas de otras.
El “carnicero del barrio”, era uno de los tantos personajes de la fauna local, que con tiempo se perpetuaba en los recuerdos. En las cercanías de casa tuve tres carnicerías a menos de una cuadra cada una. Recuerdo a la carnicería “del Negro” y “El Fortín”, por mencionar algunas.
Pero también había otras llamadas “mercaditos”, que no sólo proveían carne sino que además ofrecían verduras, algunas frutas y hasta carbón, algo así como el kit perfecto para un buen asado.
Los locales más grandes incorporaban comestibles de primera necesidad. Sin dudas era un trabajo sacrificado, ya que desde temprano en camiones propios o de reparto, cargaban las medias reses al hombro hacia los locales para luego realizar los cortes y venderlas. Frente a casa, un vecino al que apodábamos Cacho, comenzó con un local en Ciudadela y pronto instaló una cadena de carnicerías por todo el barrio, algo inusual en ese entonces. A fuerza de sacrificio, aquel loable emprendimiento lo puso en una posición social elevada, sin perder la humildad de aquel muchacho de barrio.
Otro de los carniceros del barrio era “El Negro”, un polifacético personaje que podríamos llamar un verdadero todo terreno, ya que tuvo carnicería, verdulería y además realizaba reparaciones de heladeras. Cuando se aburría de un oficio seguía con otro y así sucesivamente.
Claro que todas estas carnicerías de barrio competían, en gran medida con los “pesos pesados” de Liniers. Y no sólo lo hacían con los puestos de la inolvidable Feria 47, de Ventura Bosch y la colectora de General Paz, sino con el Mercado Morrone o el General Paz, y con frigoríficos reconocidos, como “El Triunfador”, que funcionaba sobre la avenida General Paz y que ofrecía un amplio surtido y buenos precios. Pero además, estaban los enormes puestos instalados en el Mercado y Frigorífico Liniers, tal el caso de Peroni Hermanos o el de Bin, por mencionar algunos.
Pero más allá de los precios competitivos de estos, el vecino del barrio siempre recurría a “su carnicero”, ese que siempre le tenía reservados los mejores cortes. Y vaya mi recuerdo a los locales que sobrevivieron décadas en el barrio, como “Magnífico”, en la esquina de Carhué y Tuyutí; “Faldutto”, sobre Lisandro de la Torre entre Tuyutí y Palmar; “Turi”, en la esquina de Tonelero y Martiniano Leguizamón; o la carnicería de Rubén Dumic, en Ventura Bosch y Montiel. Gracias a todos ellos disfrutamos por años el placer de saborear distintos tipos de carnes de calidad y a buen precio.
Hoy son parte de los recuerdos del “Liniers que yo viví”. Gracias por permitirme compartirlos con ustedes. Hasta la próxima.
(*) Aresse Tomadoni es director general de Multinet (Radnet/La Radio, El Viajero TV, Club de Vida TV)
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