Periódico zonal del Barrio de Liniers para la Comuna 9
April 25, 2024 11:11 am
Cosas de Barrio

Historias de tablón

El recuerdo de los fines de semana en la cancha en el Liniers de los años 60’

Por Daniel Aresse Tomadoni (*)

Gracias al fervor y el entusiasmo en el que nos sumió el Mundial de Fútbol desarrollado en Qatar, en esta oportunidad mi recuerdo se remonta a mis años de la infancia en mi querido Liniers, cuando los fines de semana, el barrio latía al disputarse los encuentros futbolísticos en las canchas vecinas: el maravilloso estadio de Vélez Sarsfield, claro, y el del inolvidable Liniers Sud.

Los sábados, luego de almorzar, junto a algunos amiguitos del barrio y sus padres, enfilábamos para el “estadio” de Liniers, que estaba ubicado en el cruce de las avenidas Gaona y General Paz. Esa linda cancha, con tablones de madera y tribuna de cemento –de la que ya sólo queda el recuerdo- contó además con iluminación artificial. Pero no sólo eso, sino que además fue la primera cancha del barrio con esta instalación. Si bien los encuentros no convocaban una oleada de público, el hincha fiel a su equipo –y muchos vecinos que éramos simpatizantes- lo acompañaba en cada uno sus partidos. Aún tengo grabados en mi mente los olores de ese entonces: los tabacos de las pipas, los toscanos “Avanti” (que descubrían la edad del público) y las garapiñadas recién hechas…

Los domingos, claro, la fiesta se trasladaba al estadio José Amalfitani. Lo recuerdo con las cuatro torres con los palcos y cabinas de transmisión y una pequeña platea sobre la avenida Juan B. Justo, que, gracias a la posterior gestión de Don Pepe, luego se logró levantar la inmensa obra y las flamantes torres de iluminación al promediar los 60.

Claro que, si bien el simpatizante de Liniers Sud era por demás tranquilo, ganara o perdiera el equipo, los del Fortín eran tal vez lo que ponían pintoresca la previa, con sus cánticos pegadizos, mientas iban llegando al estadio en camiones y haciendo sonar sus bombos y cornetas. En el ambiente se mezclaban las fragancias de choripanes y garapiñadas, que eran devoradas cual marabunta por los que habían llegado sin almorzar, para encontrar un buen lugar en la cancha.

Ya durante el partido, equipos de vendedores ambulantes se hacían la semana vendiendo desde gaseosas hasta muñequitos del equipo, pasando por los infaltables caramelos Chuenga, cuyo propio fabricante y promotor, vendía a manos llenas en la tribuna. Mientras tanto, el público miraba el partido al tiempo que escuchaba con “la portátil” las instancias de los demás encuentros que se disputaban en forma simultánea, para saber cuántos puntos habían acertado en el PRODE.

Salvo algunos pequeños incidentes con la hinchada del club rival y a veces con la policía, todo era alegría en esos encuentros memorables. Los días de semana, aquellos mismos jugadores del Fortín que habíamos aplaudido desde la tribuna y que parecían inalcanzables, los veíamos caminar tranquilos y amables entre los vecinos, porque no dejaban de ser del barrio que los vio nacer y crecer en el club.

Pitazo final. Terminó este encuentro con los lindos recuerdos del pasado en “El Liniers que yo viví”. Hasta la próxima y muchas gracias por permitirme compartirlos con ustedes.

 (*) Aresse Tomadoni es director general de Multinet (Radnet/La Radio, El Viajero TV, Club de Vida TV)

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