Hacer o no hacer, esa es la cuestión
La Constitución porteña de 1996 establece claramente la existencia y la función de las quince comunas en las que, desde entonces, se divide la Ciudad de Buenos Aires, agrupando en ellas a los distintos barrios. No obstante, hubo que esperar hasta el 2005 para que la Legislatura porteña aprobara la Ley de Comunas (1.777) y hasta las elecciones de 2011, para que aquella normativa entrara en vigencia.
A partir de allí, los vecinos de cada distrito porteño eligen cada cuatro años a sus representantes locales, conocidos comúnmente como juntistas o comuneros. Ellos son los encargados de realizar tareas de mantenimiento urbano y de espacios verdes. También, poseen iniciativa legislativa, y decisión y ejecución de obras públicas de alcance local, como el asfaltado. Los fondos con los que cuentan son los que les adjudica el presupuesto, y no pueden crear tasas ni impuestos. Tampoco endeudarse.
El espíritu de la Ley apuntó desde siempre a descentralizar la gestión del Ejecutivo porteño, bajando atribuciones a las distintas comunas, para facilitar de esa forma la viabilidad de los reclamos de los vecinos y, en paralelo, agilizar la ejecución de tareas básicas para el desarrollo barrial, como poda, iluminación, asfaltado, reparación de veredas, corte de raíces, mantenimiento de plazas, etc.
Sin embargo, a pesar de que la Ley de Comunas ya lleva once años de gestión (con tres cuerpos de comuneros distintos) las competencias aún no están del todo claras ni definidas. El Ejecutivo porteño fue haciendo el traspaso de las funciones de manera selectiva, como pasó con la planificación y ejecución de la poda. En otras palabras, se observa un traspaso a cuentagotas. Todas esas demoras –visibles y manifiestas- generaron un derrotero de cortocircuitos políticos, con amparos vecinales presentados por diferentes fuerzas y los consiguientes fallos judiciales.
Así las cosas, existen los comuneros que se apoyan en esta escasez de funciones concretas y optan por hacer la plancha, cobrando, claro, un sueldo para nada despreciable el primer día hábil de cada mes (surgido de los impuestos que abonan los ciudadanos), y otros que tratan de justificar ese ingreso y la tarea para la que han sido votados, amplificando inquietudes y demandas vecinales a través –por ejemplo- del contacto directo que poseen con diversos legisladores y funcionarios porteños.
En ese marco, para intentar poner blanco sobre negro y visibilizar la labor de cada uno de los siete juntistas de la Comuna 9 (que agrupa a Liniers, Mataderos y Parque Avellaneda) a los ojos de los vecinos, Cosas de Barrio creó en 2011 la “Columna del Comunero”, un espacio en el que, desde entonces, mensualmente y en forma alternada, cada uno de los siete juntistas puede contarle a la comunidad local cuál es el trabajo que viene desarrollando y cuál tiene proyectado en un futuro inmediato, además de ofrecerle su contacto para que el vecino pueda canalizar en forma directa alguna inquietud barrial. En síntesis, una línea directa con los vecinos, que son quienes deben estar al tanto de la gestión que realizan aquellos a quienes votaron para lograr concretar mejoras barriales.
Desde un primer momento, todos los juntistas –con mayor o menor apego por la labor comunitaria- se sumaron gustosos a esta iniciativa y fueron haciendo llegar sus notas para que sean difundidas en las páginas de Cosas de Barrio. Sin embargo, dos integrantes del actual cuerpo comunal (ambas representantes de la coalición Cambiemos) suelen mostrarse reticentes a esta propuesta y se excusan por no participar. “Prefiero cederle el espacio a otro juntista”, expresan vía whatsapp. Su posición coincide, casualmente, con una escasa gestión comunitaria, que poco se condice con la labor para la que han sido votadas. La ecuación parece clara: si no hay nada hecho, no hay nada para contar.
Muchos vecinos suelen poner en tela de juicio la labor de los comuneros. No obstante, no es justo poner a todos en la misma bolsa. Antes es preciso separar la paja –y vaya si se ajusta la expresión- del trigo.
Lic. Ricardo Daniel Nicolini
Recommended Posts
Tijeras de sangre
29 noviembre, 2024
Adicto
28 octubre, 2024
Con la educación, no
22 septiembre, 2024