Periódico zonal del Barrio de Liniers para la Comuna 9
April 20, 2024 1:06 am
Cosas de Barrio

Alejandro Reyna, cuando el tango tiene calle

Hasta hace unos meses vivió en una camioneta estacionada en la calle y hoy es artista exclusivo de Sony Music. Una historia increíble contada en primera persona

Su caso no tardó en viralizarse en redes sociales y replicarse en noticieros y canales informativos: “dormía en la calle y su voz le salvó la vida”, se leía en los zócalos de las pantallas de la tele. Una mezcla rara de ave fénix y cenicienta en pleno siglo XXI y con el barrio de Mataderos como telón de fondo. Pero Alejandro Reyna, de él se trata, ostenta una voz privilegiada y una rica historia con el tango que va mucho más allá de haberlo perdido todo -absolutamente todo- y resurgir transformado en estrella de la canción como artista exclusivo de Sony Music.

“Es difícil vivir del tango, siempre hay que tener un laburo paralelo”, le dice Alejandro a Cosas de Barrio, en una mesa en la vereda de la San José, de Alberdi y Murguiondo, y se dispone a recordar el momento que lo llevó a caer en el abismo más oscuro. “Yo trabajaba en el frigorífico ‘El Ekeko’, de Lisandro de la Torre y Tapalqué, pero hace dos años tuve un infarto y estuve seis días en el Santojanni. Me interné un lunes y el domingo al mediodía me dieron el alta. Pero cuando el lunes fui a laburar me dijeron que no me precisaban más y ya había otro tipo en mi lugar. Como estaba en negro no pude reclamar nada”. Su envidiable voz de barítono ligero parece quebrarse por momentos. Entonces aprovecha a encender un pucho y luego le da un sorbo al café. “Seguí cantando los fines de semana y con eso tiraba, pero cada vez me costaba más seguir pagando el alquiler del monoambiente en Alberdi. Entonces tuve que vender la moto con la que me movía para ir a cantar. Hasta que un día llegó la pandemia y no pude cantar más, y como para entonces ya me había gastado la guita de la moto, me di cuenta que me quedaba en la calle”.

Acosado por las deudas, dejó la ropa en lo de un amigo y llevó todo lo que tenía en el departamento a un guardamuebles de Lomas del Mirador, a la espera de poder conseguir un trabajo que le permitiera volver a alquilar algo. “Tengo una hermana en Villa Gesell –cuenta- y con la otra estaba enojado y no la veía hacía años, y como soy muy orgulloso tampoco quería ir a pedir auxilio. Entonces unos compañeros del frigorífico me ofrecieron una camioneta, una F-350, que estaba estacionada en Pilar y Rodó para que fuera a dormir ahí. Y como no tenía otra cosa, acepté”.

A la mañana temprano salía a dar vueltas a ver si conseguía trabajo, y a la hora del almuerzo apelaba a la solidaridad. “Cerca del mediodía pasaba por acá donde estamos ahora, y el encargado, el Pelado, todos los días me daba pan y facturas, de eso no me voy a olvidar nunca”, dice Alejandro, agradecido, y cuenta que estuvo varios meses en esa situación. “Cada día estaba más hundido, hasta pensé en tomar la peor decisión…”, confiesa el cantor de 60 años. Mientras, como podía y con la ayuda de un amigo, iba pagando el guardamuebles, “hasta que un día el tipo se mudó y se llevó todas mis cosas”, dice antes de apagar el cigarrillo.

Unos días después, Marcelo Delgado, el policía que estaba de parada justo ahí donde Alejandro dormía en la camioneta, le ofreció filmarlo en un video en el que contara su historia, en el afán de sumar voluntades que le permitieran sacar la cabeza del barro. “El video empezó a circular y al día siguiente se acercó Ricardito Marín a darme una mano, hasta me consiguió un celular. Después se enteró Ramón, el dueño de la pizzería La Paz, de Alberdi y Cárdenas, y me ofreció dormir ahí a cambio de que le diera una mano pintando el boliche. Fue ahí, a fines de abril del año pasado, cuando el Bocha Fiorentini me pidió que cantara algo, entonces, recostado en la barra hice un cachito de ‘De puro curda’. Yo no me di cuenta pero me filmó y después subió ese video a las redes. A los pocos días empezó a sonar el teléfono de la pizzería, eran productores de televisión preguntando por mí, porque el video había tenido seis millones de reproducciones en apenas una semana”.

La puerta de salida del abismo estaba a la vuelta de la esquina. Pero aún faltaba el llamado más importante, el que cambiaría su vida por completo. “Ramón atiende y me dice ‘Alejandro, quieren hablar con vos’. Era un tal Damián Amato, presidente de Sony Music Argentina, para decirme que Tommy Mottola, el capo de la empresa en Estados Unidos, había visto el video y querían firmar un contrato conmigo para que grabara un disco”, recuerda el cantor de Mataderos, al que muchos comparan con Julio Sosa.

Desde entonces, la carrera artística de Alejandro cobró ribetes inusitados. Matías Sherr –el manager de Alejandro Lerner- se convirtió en su representante y en agosto del año pasado ofreció su primer recital vía streaming con 1.200 entradas vendidas. Un mes después firmó contrato como artista exclusivo de Sony Music y puso en marcha el proyecto del disco -con la producción del ex marido de Florencia Peña, Mariano Otero- que salió a la luz a comienzos de junio pasado.

Una vida ligada al tango con corazón verdinegro

Alejandro nació en Mataderos hace sesenta años y su infancia es sinónimo de Chicago. “Soy fana del Torito, a muerte”, asegura, y dice que “cuando era pibe paraba en el Liberal de Nueva Chicago”. Empezó a cantar tango profesionalmente a los 16, con la orquesta de Vicente Russo, uno de los grandes bandoneonistas de los años 40’ y 50’ que tocó con Troilo y Piazzolla, hasta que en los 70’ armó su propia orquesta.

– ¿Cómo fueron esos comienzos?

– Como Russo era amigo de mi Viejo, que era yesero, aceptó probarme. Me citó en la casa y me hizo cantar mientras él me acompañaba con el bandoneón. Le gustó como canté y aceptó sumarme a su orquesta, pero me dijo “vos todavía estás verde, te voy a ir largando de a poco” y me mandó a hablar con el cantor de su orquesta para que me aconsejara. Ese cantor era Jorge Falcón, en su etapa previa a la orquesta de Varela. Desde entonces, y hasta que falleció, forjé con Jorge una gran amistad, que hoy mantengo con su hijo Adrián.

Cuenta que aunque Falcón decía que ya estaba para arrancar, “yo quería cantar y Russo tardaba en largarme. Entonces Jorge, que cantaba en otro lado, me llevó con él y me hizo cantar como artista invitado. Poco después Russo me hizo debutar en los carnavales con dos tangos: ‘Siga el corso’ y ‘Cambalache’”.

En el 80’ ganó el pre-Cosquín que organizó Radio Nacional y viajó a Córdoba. “Perdí, ganó Gustavo Vicentín, que no era gran cosa pero tenía toda la banca, porque el padre, además de ser el dueño de la empresa que hoy está en todos los diarios, era el presidente de Talleres de Córdoba”, recuerda con una sonrisa. Para entonces Alejandro vocalizaba con el maestro Hugo Duró, un referente de grandes tangueros y de los mejores bajos en la historia del Teatro Colón.

Hasta que un día vio un aviso en Clarín que decía que Virgilio y Homero Expósito buscaban un cantor. “Llamé –evoca- y me citaron en un bar enfrente de Sadaic. Me acuerdo que me acribillaron a preguntas: si fumaba, si chupaba, si me drogaba, si estaba en pareja. Dos días después me probaron en Sadaic. Tuve que cantar Naranjo en Flor. Un mes y medio más tarde me llamaron a casa para avisarme que me habían elegido entre 150 cantores. Canté en el sexteto de Virgilio Expósito casi siete años, desde los 20 a los 27”.

Recuerda que Virgilio vivía en Lavalle y Montevideo, a la vuelta de Sadaic, y tenía un piano vertical. “Yo ensayaba todos los días con él de las 2 hasta las 6 de la tarde, y cuando terminábamos nos íbamos a la antigua Trastienda, que estaba frente a la plaza Serrano, en Palermo, para ensayar con todo el sexteto completo. Además me mandaba a aprender teoría y solfeo”.

Con el sexteto de Virgilio Expósito, Alejandro grabó su primer disco, pero además vivió un momento muy especial. “Tuve que grabar Naranjo en Flor y había una parte del estribillo que no la hacía bien, porque tiene semitonos y yo lo hacía todo de corrido. Entonces Virgilio me mandó a la casa del Polaco, en Tamborini y Melián para que Goyeneche me explicara cómo tenía que cantarlo. Desde entonces forjé una relación con el Polaco y con su hijo, que todavía mantengo. Gracias a sus consejos pude participar de ese disco, que se hizo con el sello Odeón”.

Con el tiempo Alejandro dejó la orquesta y siguió cantando solo en clubes y reductos tangueros. “Ahí tuve que ampliar un poco el repertorio y hasta llegué a hacer un tributo a Nino Bravo, ahora ya no me da la voz para eso…”, confiesa a pura sonrisa Incluso durante un tiempo, produjo junto a Horacio Ascheri las cenas shows en Chicago. “Cantábamos nosotros pero también llevábamos a Pomada, a los Iracundos, a los Pasteles Verdes. Después terminó haciéndose cargo la Comisión Directiva y como no supieron manejarlo, no se hizo más”.

Del barro al asfalto

Tras superar la etapa más oscura de su vida, Alejandro sigue viviendo en el barrio pero cerca de la autopista, allí donde Mataderos se confunde con Parque Avellaneda. Sigue alquilando, como lo hizo desde que hace veintidós años se separó de su esposa. Aunque prefiere no hablar de eso, aguarda impaciente retomar el contacto con sus tres hijos que viven con su madre en el extranjero. “Es un sueño que tengo atragantado, pero no quiero forzarlo”, asegura.

Mientras tanto, su disco “Del barro al asfalto” ya supera holgadamente los diez millones de reproducciones en Youtube. Él mismo se encargó de ponerle el nombre, elegir a los músicos que lo acompañan y seleccionar los diez tangos que integran el álbum, entre los que se destacan sus espectaculares versiones de “Como dos extraños”, “De puro curda”, “María” y “Tinta roja”. Muchos de esos temas, además, incluyen versiones en videoclip.

“Estoy contento con el trabajo que hicimos –asegura- porque además la orquesta la dirige el maestro Carlos Buono, que es una garantía. Con decirte que como estábamos en pandemia no nos podíamos juntar con los músicos y tuvimos que ensayar por teléfono… Pero eso sí, cuando llegamos a grabar el disco salió enterito en una sola toma”.

– ¿No volviste a hablar con la gente del frigorífico que te dejó sin laburo?

– No. No volví a hablar hasta hace poco, que le mandé un audio de whatsapp al jefe de personal, para agradecerle que me hayan dejado sin trabajo, porque si no fuera por eso, hoy no estaría donde estoy.

Ricardo Daniel Nicolini

Su voz estará presente en la reinauguración del cine El Plata

Cuando la historia de Alejandro Reyna comenzó a viralizarse, uno de los primeros que se puso en contacto con él fue el ministro de Cultura porteño, Enrique Avogadro. Poco antes de que cristalizara su vínculo con la discográfica, el ministro le propuso participar en encuentros artísticos al aire libre, cuando los protocolos sanitarios lo permitieran. Así, en febrero pasado volvió a presentarse en público en un espectáculo organizado por el Gobierno porteño en las escalinatas del shopping Abasto. “Enrique se portó muy bien conmigo, y el presidente de la Comuna 9 también, no me voy a olvidar que el año pasado se acercó a la pizzería a ofrecerme un subsidio”, subraya Alejandro en relación a Maximiliano Mosquera Fantoni.
Pero el cantor de Mataderos tiene asegurada una presentación para el mes de octubre. Será un evento especial que no sólo le permitirá volver a cantar en su querido barrio de Mataderos, sino que lo hará en el marco de los festejos por la reinauguración de un ícono de la cultura local: el cine El Plata. “Te doy la primicia, me lo confirmó el ministro y no veo la hora de cantar ahí”, asegura. Poco después, si la pandemia lo permite, tiene prevista una gira por Israel en la que presentará los temas del disco.
Mientras tanto, hoy graba videos para la gente en situación de calle en los que cuenta su historia y demuestra que siempre hay lugar para la alimentar la esperanza.

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