Periódico zonal del Barrio de Liniers para la Comuna 9
April 20, 2024 1:53 am
Cosas de Barrio

Covid: soluciones no faltan, lo que faltan son financistas

Con la frase que titula esta nota -aunque con una leve variación semántica- el personaje de Ricardo Darín dejó sin palabras al de Gastón Pauls, en la mítica película “Nueve reinas”. Es que no hay como el silencio para rendirse ante las evidencias. Más aún cuando hoy esa evidencia flota inmaculada en el mar de la pandemia. Y es tan evidente que enerva, lastima y exaspera. Pero en el poderoso reino del capitalismo donde todo tiene un precio, hasta la salud se ha transformado en una mercancía, con un valor de compra y de venta.

Así, no resulta extraño que los laboratorios que elaboran las vacunas contra el Covid-19 se nieguen a liberar las patentes, ni tampoco que la clase política argentina –de ambas veredas de la grieta- haya evitado expedirse al respecto para no tener que confrontar con aquellos laboratorios que han sido tan generosos a la hora de aportar para el financiamiento de sus campañas.

Como se sabe, las patentes protegen la propiedad intelectual de un producto para que no pueda copiarse. En la industria farmacéutica, cuando se descubre y desarrolla un medicamento, la empresa patenta su descubrimiento para que nadie más pueda fabricarlo. Esto le permite controlar el precio y la producción, lo que a su vez puede generar precios elevados y medicamentos que son inaccesibles para los más pobres.

Una de las propuestas diseñadas por la OMS en junio pasado para acelerar la producción de vacunas, es el llamado C-TAP (Acceso Mancomunado a la Tecnología contra la covid-19). Se trata de un mecanismo global para compartir de forma voluntaria conocimientos, datos y propiedad intelectual de tecnologías sanitarias para la lucha contra covid. Aunque esta iniciativa fue suscripta por 40 países, aún no ha tenido respuesta alguna en la industria farmacéutica.

El proyecto implica suspender los derechos de propiedad intelectual de las vacunas mientras dure la pandemia, para facilitar así la transferencia de tecnología y el conocimiento científico y que los países en desarrollo puedan aumentar la producción de vacunas y hacerlas accesibles a su población. Pero los países ricos se oponen, argumentando que la suspensión de patentes obstruirá la innovación científica al desalentar a los inversores privados a involucrarse en la industria.

Un argumento falaz a todas luces, ya que las farmacéuticas han recibido miles de millones de fondos públicos, principalmente de Estados Unidos y Europa, para el desarrollo de las vacunas de covid, por lo cual deben compartir su tecnología. Un informe publicado en febrero en la revista médica The Lancet asegura que los productores de vacunas recibieron unos 10.000 millones de dólares de fondos públicos y de organizaciones sin fines lucro para financiar sus vacunas. Además señala que las cinco mayores farmacéuticas recibieron cada una entre 957 millones y 2.100 millones de dólares.

De hecho, a cambio de ese financiamiento, los países de altos ingresos –como Reino Unido, Estados Unidos o Suiza- pudieron asegurar contratos para recibir dosis suficientes para vacunar a toda su población. En ese sentido, según datos de la OMS, el 75% de las vacunas que ya se aplicaron se dieron en diez países ricos. Sin embargo, en unos 130 países, donde viven más de 2.500 millones de personas, aún no se ha recibido ni una sola dosis.

Y en esta nueva versión de “supervivencia del más apto” (o más rico) los países más poderosos vaciaron las estanterías, sin comprender que para detener esta pandemia se requiere una respuesta global. La crisis sanitaria mundial no se acaba si sólo unos cuantos países tienen a su población vacunada.

Eso sí, mientras los laboratorios siguen desoyendo el reclamo, Argentina fabrica miles de dosis de vacunas que luego se envasan en México y se acopian en Estados Unidos. Soluciones no faltan, lo que faltan son financistas que no especulen con la salud de la humanidad.

Lic. Ricardo Daniel Nicolini

cosasdebarrio@hotmail.com

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