Periódico zonal del Barrio de Liniers para la Comuna 9
April 23, 2024 7:50 pm
Cosas de Barrio

Música en libertad

El encanto de los inolvidables discos de vinilo y las disquerías que durante décadas se destacaron en el barrio de Liniers

Por Daniel Aresse Tomadoni (*)

Lo confieso, a veces me despierto algo nostálgico. Esta vez amanecí recordando los vinilos, y aunque hoy están nuevamente en carrera en todo el mundo, son sin dudas parte de mi infancia y adolescencia. Sean long play o sencillos -como los llaman en la actualidad- fueron mis fieles compañeros a la hora de escucharlos o regalarlos.

Y para que el recuerdo sea completo, nada mejor que evocar a las disquerías que, por ese entonces, habitaban el barrio. Para comenzar, en las casas de electrodomésticos eran infaltables las bateas con los LP clasificados por estilo musical y, si el local era amplio, incluso hasta por intérprete. Me acuerdo que una de ellas, cuando inauguró en 1965, regalaba unos disquitos que al presentarlos en los días siguientes, aplicaban un descuento al portador en la compra de discos. Cerca de allí, se encontraba un local de la cadena de Disquerías Broadway, que se ubicaba en el frente del Mercado de Liniers, sobre la avenida Rivadavia. Era una casa que siempre ofrecía ofertas en sus discos y tenía una amplia variedad en álbumes de intérpretes folklóricos y música tropical.

A pocos metros de allí, en la Galería Liniers –que une Rivadavia con Ramón Falcón- hubo dos locales musicales: en el centro, se ubicaba la casa Barba Hermanos, que contaba con un pequeño espacio para la venta de discos; y en la entrada de la galería, funcionó durante años una disquería que ostentaba una amplia variedad de álbumes de artistas internacionales, en especial de rock.

Ya en la Galería Crédito Liniers (la más grande) desde su apertura hasta hace un par de décadas, funcionó en el primer piso el “templo de los discos”, tal vez el local más grande y surtido. Entrar al Centro Cultural del Disco era una fiesta para los sentidos. Desde chicos -a veces por interés y otras por aburrimiento- le solicitábamos determinado disco a la vendedora y nos encerrábamos cuatro o cinco chicos en una de las tantas cabinas que disponía el local para escuchar el álbum o el sencillo solicitado. Finalmente, alguno de nosotros que tuviera el carnet de socio, abonaba con descuento el producto. Y allí íbamos con nuestros álbumes cual tesoros sonoros…

Entre las disquerías del barrio, recuerdo además a Casa Laino, que si bien se ubicaba en la primera cuadra de Ramón Falcón, ya en Ciudadela, no sólo vendía discos sino que además contaba con un atractivo estudio de grabación propio. Seguramente más de una promesa artística grabó allí para luego, con el vinilo en mano, recorrer grabadoras, canales de TV y radios con la ilusión de difundir sus canciones.

Pero, sin dudas, el local más curioso existió casi a la vuelta de casa, en Lisandro de la Torre al 700. Era un lindo comercio con las portadas de los álbumes nuevos y de todos los tiempos en la vidriera y, si bien no contaba con una gran cantidad, tenía un razonable surtido. Eso sí, abría cuando quería el dueño, que era todo un personaje. Esos vinilos llegaban flamantes a casa o, tal vez a algún “asalto”, cuidándolo de rayas y golpes, aunque no siempre salían indemnes del desafío.

Esos vinilos negros, de colores, long plays o simples marcaron una hermosa época que, como las demás, recordaremos juntos en “el Liniers que yo viví”. Hasta la próxima.

 (*) Aresse Tomadoni es director general de Multinet (Radnet/La Radio, El Viajero TV, Club de Vida TV)

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