Periódico zonal del Barrio de Liniers para la Comuna 9
April 18, 2024 6:26 pm
Cosas de Barrio

CANTAR EN CUARENTENA

Cada domingo a las 19, Matías Bárzena le pone música en vivo al barrio desde el patio de su PH de Liniers

“Cuando la música te alcanza, ya no sientes dolor”, dijo alguna vez Bob Marley. Como si la rítmica sucesión de sonidos tuviese la potestad de sanar cuerpo y mente y, por un rato, al menos, todo se volviera más amable y luminoso. Así lo entiende Matías Bárzena, vecino del pasaje Félix Origone al 800, en Liniers, que cada domingo a las 19 le pone música en vivo al pulmón de manzana y arranca aplausos anónimos y pedidos de temas desde los cuatro costados.

“Desde chiquito me gustó cantar. Me acuerdo que me grababa imitando a Pablito Ruíz en el minicomponente de mis viejos”, comienza diciendo este intérprete amateur de 34 años, en diálogo con Cosas de Barrio, y luego agrega que empezó a estudiar canto hace algún tiempo “con intermitencias, por el nacimiento de mis hijas y por el trabajo”.

Dice que cuando cada domingo arranca su recital, el tiempo vuela. “Se pasa la hora tan rápido y la gente sigue pidiendo temas, que no me dan ganas de largar, me cebo y me olvido de la hora. A veces son las 9 de la noche y sigo cantando, porque lo disfruto mucho”. Y entonces su voz armoniosa replica los éxitos de Ricky Martin, David Bisbal, Luis Miguel, Alejandro Fernández y Cacho Castaña. “Me gusta mucho la música melódica”, confiesa, y asegura que no es muy fanático de nadie en especial “soy abierto, puedo escuchar cumbia, música clásica, rock, me gusta la música bien hecha en general”.

Matías es de Lanús, donde se crió y vivió toda su adolescencia hasta que conoció a María Elena, su mujer, y se mudó a Liniers. “Primero vivimos un par de años en Carhué y Peribebuy, y luego nos mudamos a la vuelta, a nuestra casa actual. Es un PH interno, al fondo de un pasillo que no da a la calle”, explica. Dice que “yo no quería irme de Lanús, pero cuando conocí la zona de los pasajes de Liniers me enamoré, me encantó”. Y asegura que “cuando vuelvo a Lanús a visitar a mis viejos me doy cuenta de que no volvería más. Liniers me cautivó, no sólo porque está ubicado en una zona estratégica de la Ciudad, con medios de transporte que te conectan con cualquier parte, sino por las características del barrio y la buena onda de la gente”.

– ¿Cuándo surgió la idea de cantar para los vecinos?

– Cuando apareció la cuarentena. Como todo el mundo, empecé  a buscar cosas para hacer, que me distendieran y me sacara por un rato las preocupaciones de la cabeza. Una tarde saqué los equipos al patio en una mesita y empecé a cantar para los vecinos de la manzana. Me sorprendí gratamente porque pronto empezaron a surgir aplausos, pedidos de canciones. Y está bueno porque uno no sabe quien esa gente que te alienta y disfruta con lo que hacés. Así arrancamos. Después surgió la idea de sumarle el vivo a través de Facebook, algo que nunca había hecho. Sí había subido videos de algún show donde había cantado, pero no más que eso.

Matías sonríe y dice que la respuesta de los vecinos es espectacular. “Se engancharon mucho. Algunos salen a los balcones o a las terrazas y piden temas a los gritos, que hasta se escuchan por las transmisiones de Facebook. Mi vecina de adelante, Natalia, es una de las más fanáticas”. Todo ese capital afectivo, lo subyuga. “De por sí escuchar un aplauso es reconfortante –expresa- pero cuando además te das cuenta de que les estás haciendo más agradable esta cuarentena a los vecinos, ya es una caricia al alma. Poder meterme en la casa de la gente para alegrarles la vida un ratito está buenísimo”.

– ¿Y no hubo nadie que tirara la bronca?

– No, por suerte hasta ahora nadie se quejó. Y eso que pongo la música bastante fuerte… (risas).

Matías es peluquero unisex y colorista, trabaja en una peluquería en Tapiales que, como tantas otras, hoy no está funcionando. “La verdad que la cuarentena me complicó mucho a nivel laboral y económico. Desde que arrancó este tema no estoy teniendo ingresos y eso me tiene mal, me quita horas de sueño porque la cabeza camina y pienso cómo va a seguir esto y hasta cuándo voy a tener que estar sin trabajar”, dice con preocupación. Por suerte María Elena es azafata de Aerolíneas Argentinas. “Es un pilar importantísimo en mi familia”, asegura, y cuenta que “también está sin trabajar, pero al estar en blanco, aunque le redujeron el sueldo, sigue cobrando el básico. Con eso nos la vamos rebuscando para comer, pagar los impuestos y remar el día a día. Así que, en comparación con otras familias que realmente la están pasando mal, no nos podemos quejar, gracias a Dios y a mi mujer”.

Claro que, además, cuenta con una ayuda especial. Su hija mayor, Pilar, de 4 años, (también tienen a Carola, de 2) nació un 7 de agosto, justo la fecha en que los fieles veneran al santo del pan y del trabajo. “Como vecinos de Liniers somos devotos de San Cayetano, así que estamos cubiertos…”, asegura con una sonrisa enorme.

Cuando la cuarentena era una palabra impensada en el día a día de los argentinos, Matías solía presentarse los fines de semana en distintos reductos locales. Cantó en “El bodegón de Olivera”, en el bar del Club Glorias Argentinas y en la pizzería “Viejo Torino”, entre otros. También solían convocarlo para cantar en cumpleaños, agasajos y reuniones familiares. “Cuando salgamos de la cuarentena, con mi mujer estamos planeando poder hacer un par de shows mensuales en clubes, sociedades de fomento o espacios culturales de la zona, donde la gente que se acerque pueda disfrutar de un espectáculo en vivo y un menú económico”, anticipa.

Mientras tanto, todos los domingos a las 19 (“si no llueve, además del vivo de Facebook voy a seguir saliendo al patio”, aclara) Matías volverá a ponerle ritmo al barrio, para que su música siga siendo una isla de alegría en medio del mar de la pandemia.

Ricardo Daniel Nicolini

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